Es un honor para nosotros que un diario como EL PAÍS tenga un enviado especial de la categoría del señor Ferran Sales en Damasco en las circunstancias actuales para cubrir la posición siria en los intensos acontecimientos que vivió la región de Oriente Próximo las últimas semanas, pero lo que no es grato para nosotros, y es motivo de queja, es la publicación de un reportaje aparecido en la edición del día 6 de mayo de 2003 sobre Siria, y en especial sobre los asuntos internos y las acusaciones graves de corrupción vertidas hasta alcanzar al entorno familiar del presidente Bachar el Asad, basadas en las declaraciones de dos personalidades sin contrastar sus opiniones con otras personalidades no tan proclives a la crítica por 1a crítica y la oposición por la oposición. Acusar de corrupción, un delito muy penado en la República Árabe Siria, a cualquier ciudadano es un hecho grave, y sin aportar pruebas es gravísimo En cuanto a la situación interna, en Siria no hay un partido único que gobierne el país, sino una coalición de siete partidos: nacionalistas, socialistas y comunistas, donde los ciudadanos pueden expresar sus opiniones, como las expresadas por EL PAÍS, pero no las pretensiones tendenciosas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de mayo de 2003