Ni presión ni nada. El Barça se encuentra ya a un paso de su El Dorado. Más por un esfuerzo colectivo que por actuaciones individuales destacables, donde sólo Fucka llamó la atención, los azulgranas resolvieron un encuentro de difícil digestión, ante un rival que, aún con un punto de anarquía, hizo lo que se esperaba. Aunque para anarquía la de Jasikevicius, que sufrió un ataque de ansiedad que le duró todo el partido.
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El Barça, aún con su incompleto rendimiento, fue reconocible. Viendo anteriores comportamientos en similares circunstancias, era una gran noticia. Sus problemas fueron siempre de índole deportiva, como la complicada defensa que tejió Ivkovic alrededor de Bodiroga, o los problemas en el rebote defensivo que sufrió hasta que Dueñas, después de muchos minutos siendo figura decorativa, puso un poco de orden debajo de su aro.
A todos fue poniendo remedio suficiente de una forma natural, sin que transcendiese en ningún momento que la tan traída y llevada presión estuviese haciendo mella en sus jugadores, salvo en el caso de Jasikevicius, que siempre confundió valentía con imprudencia. No fue sencilla la tarea, pues desde el principio el camino se fue llenando de obstáculos. El más complicado fue el base Holden, una versión reducida y para andar por Europa de Allan Iverson, estrella de los Sixers de Filadelfia. El norteamericano tuvo un par de rachas estelares hasta el punto que seguro que alguno se acordó de un tal Larry Wright, compatriota suyo y razón principal de que el Barça no consiguiese la Copa de Europa al primer intento hace ya 19 años.
A pesar de la vigilancia de De la Fuente, el chico para todo de Pesic, o de Nacho Rodríguez, sus compañeros les dejaron demasiado solos y la rapidez de Holden causó estragos. Pero no es el Barça un equipo al que se le pueda alterar fácilmente. Como hace casi siempre en cuanto ve las orejas al lobo, Bodiroga hizo acto de presencia y no dejó que la cosa fuese a mayores en la primera racha del norteamericano. En la segunda le tocó a Fucka, con su cara de eterno enfado, pero que a la chita callando fue el mejor de su equipo.
Lo más sorprendente quizás del partido fue la forma en que se resolvió todo. No por el protagonista, ya que Navarro es habitual en estos menesteres, sino por el estilo elegido. Ciertamente atascados ambos equipos, dos rebotes ofensivos casi consecutivos del alero blaugrana y un robo de balón cuando todavía estaba el debate abierto fueron la receta inhabitual y suma una modalidad más a las muchas que tiene este equipo para solucionar los encuentros complicados.
Con todo, el partido resultó un perfecto calentamiento para la final de mañana, pues CSKA y Bennetton tienen bastantes similitudes, empezando por el papel fundamental que cumplen respectivamente sus bases norteamericanos Holden y Edney. Una final donde más que nunca en su historia, el Barça huele a campeón. Sólo queda un escalón. El más difícil.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de mayo de 2003