Decenas de personas perdieron la vida en la noche del jueves en la República Democrática de Congo al ser succionadas en pleno vuelo, según dos de los supervivientes. La rampa trasera del Ilyushin 76 ucranio se abrió a 2.200 metros de altura cuando se dirigía de Kinshasa a Lumumbashi. Fuentes oficiales congoleñas afirman que los muertos son siete y los propietarios del avión aseguran desde Kiev que no ha habido accidente.
Al parecer se trataba de un transporte de personal militar. Miembros de la autodenominada Fuerza de Reacción Rápida congolesa y sus familias se trasladaban a Lumumbashi, la segunda ciudad del país y capital de la región de Katanga, rica en minerales. Algunos pasajeros iban sentados en las dos hileras que recorren el aparato; otros, de pie. Cuando la rampa trasera se abrió, tal vez por fallo en el sistema hidráulico, fueron succionados y arrojados al vacío desde 2.200 metros de altura. Los pilotos lograron maniobrar y regresar salvos a Kinshasa.
Como ocurre siempre en Congo -un país cinco veces mayor que España y que sufre una guerra civil desde 1998-, ayer reinaba la confusión y las declaraciones contradictorias. Vital Kamerhe, ministro para la Paz, confirmó el accidente, que tuvo lugar en la noche del jueves, pero no dio detalles de pasajeros o fallecidos; el titular de Defensa, Irung Awan, dijo que carecía de noticias de víctimas y el de Comunicación, Kikaya Bin Karubi, habló de siete muertos.
El Ministerio ucranio de Defensa, propietario del Ilyushin 76, a través de la empresa estatal Ukraïnskaya Aviatransportnaya, añadió más confusión al negar la existencia del accidente. Según Kiev, los pilotos detectaron una despresurización de la cabina a los 41 segundos del despegue y optaron por regresar.
En el hospital Mama Yemo, el más importante de Kinshasa, dos de los nueve supervivientes ingresados relataron lo vivido la noche anterior. "Había unas 200 personas a bordo, militares y sus familias, mujeres y niños", dijo el soldado Prudent Mukalayi a la agencia Reuters: "Estaba durmiendo y escuché gritos. Cuando me desperté, el piloto pedía que todo el mundo se colocase en la parte delantera donde nos encontrábamos unos 40, pero la gente seguía muriendo. Hemos sobrevivido 20". "Treinta y cinco minutos después de despegar escuché un ruido, como un silbido muy fuerte, y después la puerta [de la rampa] saltó. El avión basculó y la gente empezó a caer" al vacío, asegura a la agencia France Presse otro superviviente llamado Katembo. "Sólo los que lograron agarrarse a las cuerdas lograron permanecer en el interior", dice Katembo, un agente de policía.
El caso del Antonov
No es la primera vez que se da esta disparidad en un accidente. En enero de 1996, un Antonov ruso se desplomó al despegar de Kinshasa sobre un mercado ilegal levantado a pie de pista. Las cifras oficiales fueron de 365 muertos. El recuento popular, de 800.
El problema para establecer ahora el número exacto de víctimas es la inexistencia de una lista de pasajeros, pues muchos no estaban registrados. En el último momento decenas de ellos abordaron el aparato.
En Congo son frecuentes los transportes militares en aviones de fabricación soviética. Muchos pilotos rusos y ucranios han encontrado trabajo en África, alquilando sus servicios. El avión es la única forma de superar las distancias en Congo, cuyas carreteras, casi todas pistas de tierra, se hallan en un estado deplorable. La guerra, que desde 1998 ha costado la vida a más de dos millones de personas, es otro factor que afecta al movimiento de tropas.
Congo es un país rico en todo tipo de minerales. Es frecuente el contrabando de marfil, uranio, oro o armas. En el este del país se mantiene la guerra y no lejos hay conflictos en Burundi, Sudán y República Centroafricana, donde el negocio está asegurado.
El Ilyushin 76, de fabricación soviética, tiene 32 años de antigüedad. Fue utilizado por organismos internacionales como la Cruz Roja en la guerra de Bosnia-Herzegovina. El Ejército ruso lo emplea para el movimiento de tropas y material en Chechenia. En febrero, un Ilyushin 76 se estrelló en el sureste de Irán causando la muerte de los 276 guardias revolucionarios que iban a bordo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de mayo de 2003