Tenían bien aprendida la lección, sobre el todo el candidato del PP, Jaime Raynaud. No descompuso en ningún momento la figura. Ni siquiera cuando su contrincante, el socialista y alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, le apretaba en asuntos no resueltos del todo por el Gobierno central, como el Metro, o inversiones en la ciudad. En algunos momentos daba la impresión de que Monteseirín era el aspirante a la alcaldía y Reynaud el alcalde. "¡No se altere usted...!", decía el popular a un Monteseirín que saltaba como un resorte cuando su oponente trataba de vender las excelencias del llamado Metrotren, que no deja de ser un servicio más de cercanías de RENFE, como le contestaba airado el socialista. También saltó la chispa con Bellavista, núcleo que sigue partido en dos por la travesía de la N-IV, a pesar de la circunvalación. Monteseirín atribuía su reacción a que era así de vehemente. Lo demás, lo marcaba el reglamento. Esto es, cada uno a lo suyo. Es más,
casi ni se cruzaron la mirada.
En resumen: escaso enfrentamiento, intento del popular para evidenciar las contradicciones en las que pudo incurrir el alcalde al reclamar el traspaso de las Políticas Activas de Empleo, y afán de Sánchez Monteseirín de relacionar al PP con lo que él llamaba intereses particulares que se quieren imponer en la ciudad, apuntando directamente a Tablada.
Cara a cara sí, pero acordándose ambos de lo que dejaban fuera: IU y PA, a los que no quieren, por ahora, que aparezcan en las fotos. Ya habrá tiempo para ello.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 13 de mayo de 2003