Cerca de 800 policías y agentes de los servicios secretos del Shin Beth efectuaron en la madrugada de ayer una redada en los medios islamistas de Israel, deteniendo a 15 de sus dirigentes, a los que se les acusa de haber financiado las actividades de las organizaciones fundamentalistas de Hamás y la Yihad Islámica en los territorios palestinos. El primer ministro Ariel Sharon intenta con estas detenciones iniciar un proceso de ilegalización del Movimiento Islámico en Israel, que cuenta con dos diputados en el Parlamento y controla los Ayuntamientos de al menos cinco ciudades.
Las detenciones se llevaron a cabo por sorpresa en la localidad de Oum Al Fahem, bautizada por algunos como el Teherán israelí, en la región de Galilea, donde desde hace más de veinte años se encuentran fuertemente implantadas diversas organizaciones fundamentalistas. Éstas defienden los intereses de la minoría árabe en Israel, además de la de los "hermanos" palestinos en Cisjordania y Gaza.
Los arrestos se centraron sobre todo en los miembros de la organización caritativa Asociación de Al Aqsa, que dirige el jeque Raed Salah, y que todos los años convoca en la región unas concentraciones multitudinarias que sirven de plataforma para la propaganda palestina. Ataca al monopolio de la comunidad judía en Israel y defiende los intereses islámicos sobre la mezquita de Jerusalén. A la última reunión asistieron más de 4.000 personas.
La policía acusa a los miembros de esta organización de haber recaudado millones de shekels a favor del movimiento fundamentalista palestino de Hamás y la Yihad Islámica, con fines caritativos, pero sospechan que este dinero en realidad ha servido para financiar sus actividades militares y especialmente la de los comandos suicidas.
Las sospechas no son nuevas. El Movimiento Islámico de Israel se encuentra desde 1995 bajo la vigilancia policial, por sus supuestas vinculaciones con Hamás. En 1999, después de que cuatro miembros de esa organización trataran de atentar en Haifa y Tiberiades, los servicios secretos recomendaron al entonces primer ministro Ehud Barak su ilegalización, a lo que se opuso el ministro del Interior Shlomo Ben Ami alegando razones estratégicas. Esta organización jugó tiempo más tarde, en octubre de 2000, un papel determinante en una revuelta popular de la minoría árabe que se saldó con 13 muertos, por disparos de la policía. Desde enero de 2002, el jeque Raed Salah, ahora detenido, tenía prohibido abandonar Israel.
La operación policial contra las organizaciones islamistas israelíes ha provocado la indignación de la minoría árabe (más de un millón de personas, el 19% de la población de Israel) y se encuentran desde un punto de vista social marginada, a pesar de que políticamente y constitucionalmente gozan de los mismos derechos que la comunidad judía. La reticencia y desconfianza del Gobierno de Tel Aviv hacia esta comunidad es tan grande que no se les deja participar en las tareas de defensa del Estado, no se les permite hacer el servicio militar, ni enrolarse en el Ejército, en contra de lo que sucede con los beduinos y los drusos.
Militantes y simpatizantes del movimiento islamista israelí se trasladaron ayer por la mañana a Tel Aviv para asistir a la vista en la que se decretó la prisión incondicional de sus líderes. La policía les impidió acercarse al edificio dando gritos a favor de su comunidad: "Hoy es el jeque Salah, mañana serán todos los árabes de Israel".
[Anoche, unidades del Ejército israelí realizaron una incursión en la ciudad de Jan Yunis, al sur de la franja de Gaza, informó Efe. Las tropas se dirigían a la zona occidental de esa ciudad, donde se encuentra el campo de refugiados al-Amal, mientras disparaban indiscriminadamente]
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de mayo de 2003