"Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada", decía el general Juan Domingo Perón, fundador del movimiento Justicialista. Con su retirada, Carlos Saúl Menem ha hecho caso omiso a la ley que establece que la segunda vuelta electoral, si correspondiere, se realizará entre los dos candidatos más votados. No sólo eso. El abandono del ex presidente fue recibido de mala manera por sus propios seguidores, que no dudaron en calificarlo de golpe bajo a las instituciones, y amenaza con ahondar el cisma en las filas peronistas.
Aunque Menem anunció anoche oficialmente que abandona la carrera electoral, habrá que esperar hasta el domingo para que Kirchner sea proclamado presidente. El actual presidente podrá entonces convocar a la Asamblea Legislativa (Cámara de Diputados y Senado en pleno), que proclamará a los integrantes de la candidatura adversaria, Néstor Kirchner y Daniel Scioli, presidente y vicepresidente, como establece el Código Electoral Nacional.
La renuncia crea una situación nueva en un contexto electoral sin precedentes. Por una parte, Argentina estrenaba la fórmula de la segunda vuelta electoral, introducida en la reforma constitucional de 1994; por otra, el candidato más votado en la primera vuelta se retira antes de la votación, con lo que hurta a los electores el ejercicio del derecho al voto.
Kirchner será investido presidente con algo más del 22% de los votos, el porcentaje logrado en la primera vuelta. Poco capital para el primer mandatario de un país que vive en estado de provisionalidad desde hace un año y medio. Puede que la presumible debilidad del nuevo presidente satisfaga a Menem y al actual inquilino de la Casa Rosada, Eduardo Duhalde. La candidatura de Kirchner fue, en definitiva, consecuencia de la batalla inconclusa entre los dos caudillos del peronismo. Está por ver cuán alargada será la sombra de Menem y Duhalde sobre el presidente para los próximos cuatro años.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de mayo de 2003