Varios oficiales de defensa y de seguridad de EE UU describían ayer uno de los ataques, en el que un grupo de hombres en dos vehículos penetraron en un complejo bien defendido en las afueras de Riad y volaron la fachada de un edificio de cuatro plantas donde habitaban decenas de empleados de una empresa estadounidense.
Una avanzadilla en un coche Ford Crown Victoria inició el ataque. Condujeron por la carretera que lleva al lugar, paralela al muro del complejo residencial, hasta la puerta donde el lunes a las 23:20 había al menos cuatro hombres de seguridad armados.
Primero dispararon seis tiros contra el parabrisas de un vehículo militar apostado cerca de la puerta. Mataron a un soldado e hirieron a dos. "Era tarde y estaba oscuro, así que los soldados no tenían por qué sospechar de un coche americano que se les acercaba", dijo uno de los oficiales a los periodistas.
Los terroristas entonces se dirigieron contra el guardia que estaba en el puesto de control de la entrada. Tras matarlo, presionaron el botón que controla la puerta metálica y la barrera instaladas en la carretera. "Fue una operación típica. Matas a los guardias, aprietas el botón y estás dentro", añadió un oficial.
"Todo esto les llevó entre 30 segundos y un minuto". Una vez que la puerta del recinto estuvo abierta y el camino despejado, el coche se echó a un lado para que pasara un camión Dodge Ram cargado con unos 200 kilogramos de explosivos del tipo RDX o del tipo Semtex.
El coche penetró unos 100 metros en el complejo, giró a la izquierda, avanzó otros 40 metros, entonces giró a la derecha, y avanzó hasta ponerse al lado de un edificio que albergaba a 70 empleados de una empresa basada en Fairfax, Virginia. "Fueron hasta el lugar donde más daño podían hacer. Si lo hubieran hecho estallar en la esquina, la explosión se habría disipado", dijo un alto cargo.
El tipo de operación indica que los terroristas conocían bien el complejo residencial de los norteamericanos. De los 70 hombres que habitualmente habitan el lugar, 50 estaban precisamente esa noche en el desierto en un ejercicio con militares saudíes.
El complejo sirve de residencia a empleados de Vinnel Corporation, una empresa del grupo Northrop Grumnan que lleva 29 años en Arabia Saudí. Se dedica a entrenar a la Guardia Nacional, una fuerza militar separada del Ejército y bajo mando del Príncipe Abdulá Bin Abdel Aziz.
La explosión dejó un cráter de dos metros de profundidad y el chasis del camión salió despedido y retorcido. Al menos 10 personas murieron sólo en ese ataque de los tres que la capital de Arabia Saudí sufrió aquella noche.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de mayo de 2003