Ante toda campaña electoral, los políticos aspirantes usan los métodos que creen convenientes para captar los votos de los indecisos anunciando programas que pueden crear ilusión y esperanza de mejoras.No obstante hay algo que es difícil de asumir, este algo es que empieza la carrera para ver quién de ellos hace con mayor entusiasmo el ridículo. Saludan a abuelitas, reparten cariñosos besitos a niños, van en bicicleta sonriente o reparten dividendos de cortesía en mercados. Todo para la foto, ya que sus sentimientos reales están absolutamente a años luz del contexto electoral. Señores candidatos, hagan campañas serias y convenientes con programas asumibles, no pretendan captar el voto con ideas irrealizables o fotos ridículas que lo único que provocan es rechazo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de mayo de 2003