Se me escapan los motivos por los que esta película alemana -escrita y dirigida con gran solvencia por Caroline Link, una cineasta procedente del núcleo creador del cine bávaro- se fue con las manos vacías del festival de Venecia, pese a ser una de las cumbres de su programación. Se la tildó allí de cine sólido pero convencional, lo que es inexacto, clamorosamente erróneo, ya que toda auténtica confluencia entre oficio y talento jamás puede ser convencional, o convenida, o sabida, y algo tan difícil de alcanzar como la identidad entre arte y artesanía tiene en En un lugar de África condición de pura evidencia. Y más sagaces ojeadores de cine fueron los miembros de la Academia de Hollywood, que otorgaron a este bello anudamiento del oficio de filmar con el oficio de vivir el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
EN UN LUGAR DE ÁFRICA
Directora: Caroline Link. Intérpretes: Juliane Köhler, Merab Ninidre, Sidede Onyulo. Matthias Habich, Lea Kurka, Karoline Eckertz, Gerd Heinz y Regine Zimmermann. Género: drama. Alemania, 2001. Duración: 141 minutos.
Reproduzco algunas anotaciones tomadas a pie de pantalla ante En un lugar de África: "Vida recordada, musicalidad de memoria íntima, escondida, callada. Precisión y buen gusto en el dibujo de personajes, que son de perfil nítido -qué gran actriz Julianne Köhler- y de gran riqueza interior. Se percibe que Caroline Link sabe qué quiere contar y busca y encuentra para hacerlo una secuencia ascética, que le permite lanzarnos desde la pantalla un bombardeo de signos de identidad y de elipsis sugeridoras" sobre la familia judía alemana que en 1938 -siguiendo su intuición, arrancada del desastre que allí se abría paso, de la llegada inminente de la Shoah, del Holocausto- huye a Kenia y se instala cerca de Nairobi, en el territorio de los kikuyu, y allí echa raíces. El filme es el itinerario de este arraigo, un suceso íntimo construido con las colosales e inabarcables dimensiones escénicas de un salto entre el cataclismo histórico europeo y la trágica calma africana.
Otra anotación a pie de pantalla: "Se suceden escenas con gran poder de captura: la busca de agua por la mujer blanca entre las mujeres negras y la del incendio de los matorrales, y, más al fondo, la escalada de la amistad, con aroma de algo vivido, entre el cocinero negro -asombroso personaje y asombroso actor el keniata Sidede Onyulo- y la niña. Las escenas entre ambos crean poco a poco, por debajo de la pantalla, una secuencia subterránea, que es impulsada por el progresivo apoderamiento de la niña del punto de vista del relato, lo que convierte la crónica en memoria; los sucesos en recuerdos, y la evocación en elegía".
Esta confluencia es indicio de la total asunción por Caroline Link del fondo del relato desencadenante, la novela autobiográfica de Stefanie Zweig, de la que la cineasta se apodera y hace literalmente suya, en un emocionante cruce de identidades creadoras fundidas entre sí.
Crónica y memoria familiar luminosa y de gran calado, En un lugar de África es cine hondo, inteligente y nada convencional, en el que nos sumergimos, desde una lejanía sorprendentemente cercana, en el pozo negro del siglo XX a través de metáforas precisas y de gran calado -como la escena de amor mientras el hombre relata el exterminio de su gente- y de elegantes construcciones formales con resonancia melodramática noble.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de mayo de 2003