Esta Ken Park, de los norteamericanos Larry Clark y Ed Lachman, quiere ser una provocación a toda máquina, con acelerador hasta el fondo, sin frontera moral. Y armar escándalo. Pero querer provocar y escandalizar sin sentido del humor es misión imposible.
Ignoro si hay mucha o poca gente que entre al trapo de este jugueteo con el suicidio, la masturbación, la mierda y otras escatologías, pero por muy agresor que el contenido quiera ser, la descarga de este filme de aficionados no atraviesa la piel, porque como película no es ni pésima, sino nula, inexistente, y la pólvora argumental con que sus autores cargan sus seudoimágenes es pólvora mojada, por lo que el resultado es, en cuanto cine, un inocuo gatillazo en toda la regla.
KEN PARK
Directores: Larry Clark y Edward Lachman. Intérpretes: James Ransone, Tiffany Limos, Stephen Jasso, Mike Apeletegui y James Bulland. Género: drama y aventura. EE UU / Holanda / Francia, 2002. Duración: 96 minutos.
En lo que quiere tener (y no tiene) de uso de un lenguaje lleno de ricas e intricadas codificaciones, como es el cine, esta simulación de película se queda en eso, en simulación. El resto se cae por sí solo como un castillo de naipes.
Reflejar un estercolero moral en la burguesía de la Norteamérica de ahora tendría mucho y buen sentido si se hiciera bien, filmando de verdad lo que se quiere contar, pero tal como está hecha Ken Park, no cuenta nada, ni pasa de un tosco ejercicio de impotencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de mayo de 2003