CUANDO FUNDÓ este diario, Juan Luis Cebrián era un maduro precoz. Ahora es un joven con canas en la barba. La juventud, dice Cebrián, es "una mirada sobre la vida"; una mirada que sigue sorprendiéndose, ilusionándose o indignándose, que sigue creyendo que los cambios son necesarios y posibles. En las conversaciones con Juan Arias recogidas en este volumen, Cebrián prueba que mantiene esa mirada. Lo hace al denostar la burocracia; al pronunciarse a favor de las mujeres; al soñar con el fin de las guerras; al defender la apertura a los inmigrantes; al no descartar un debate sobre la independencia del País Vasco, o al imaginar las posibilidades de la revolución digital.
Cebrián no rehúye las contradicciones aparentes. Aún más, le estimulan y quizá constituyan el fundamento de su ser. Si una madurez temprana y una juventud incombustible le definen vitalmente, él mismo se define políticamente como "un conservador de izquierdas". Conservador, explica, porque hay cosas que merecen ser preservadas; de izquierdas, añade, porque la disidencia es imprescindible. En sus conversaciones con Arias, Cebrián va desnudándose como un liberal que no acepta la idea de que todo vale; como un empresario de la comunicación que sostiene que el "verdadero periodismo debe mantener siempre su función crítica"; como un progresista que reivindica "el derecho a tener buen gusto" y a que las cosas estén bien hechas; como un ser tímido, precavido y racional, entusiasta de la amistad y el amor y que piensa publicar poesía.
Juan Luis Cebrián: una mirada diferente
Juan Arias. Maeva. Madrid, 2003. 157 páginas. 16,50 euros.
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"Lo bueno de la vida es que son muchas vidas", le dice Cebrián a Arias. Él lleva décadas demostrando que puede vivir varias al mismo tiempo y sigue abierto a las que puedan presentársele.
JAVIER VALENZUELA
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de mayo de 2003