El Madrid de baloncesto no estará en la fase final de la Liga ACB por primera vez en su historia. Los tres equipos que han cogido el último tren son el Joventut, el TAU y el Lucentum. El Madrid no. ¿Sorprendente? Pues no tanto si se tiene memoria. Ayer, frente al Lleida, el equipo blanco repitió uno a uno todos los errores que ha cometido durante toda la temporada. Falta de intensidad defensiva, falta de imaginación y falta de carácter. No hay rebote. No hay tiro de larga distancia. No hay nada, ni siquiera vergüenza. Sólo impotencia -Herreros, Angulo, Victoriano, Reyes- e indolencia -Digbeu, Mulaomerovic, Tarlac-.
LLEIDA 85 - REAL MADRID 69
Lleida: Grimau (22), Angulo (10), Ramos (6), Ruffin (10), Bramlett (7), Dumas (7), Rogers (6), Tamames (2), Comas (11), Puyade (2) y Álvarez (2).
Real Madrid: Victoriano (6), Herreros (5), Mumbrú (5), Alston (14), A. Reyes (14), L. Angulo, Núñez, Mulaomerovic (17), Tarlac (4), Digbeu (2) y Sonseca.
Unos 5.000 espectadores en el barris Nord.
Dos metáforas muy útiles para describir la derrota madridista: Herreros se estrella contra la enorme palma de la mano de Ruffin y cae al suelo de espaldas, derrotado. Grimau, un jugador excelente con visión colectiva del juego y a la vez estadísticas de fenómeno, se juega un triple desde la línea del centro del campo, uno de esos lanzamientos desesperados que nunca entra. Entró y enseñó al Madrid la puerta de salida.
Y más. Por ejemplo, cuando los blancos perdían por 20 puntos a falta del último cuarto, a nadie se le ocurrió defender en toda la cancha. Presionar. Aunque sólo fuera por dar otra imagen. Nada de eso. Al contrario, Comas, Dumas y Grimau, listos, aguantaban sin ser molestados a encontrar un buen pase interior a Ruffin, extraordinario, y Bramlett. Fácil.
Más detalles. Herreros fallaba hasta los tiros libres. Una estadística en la que es muy fiable. Digbeu fallaba triples sin descanso, como si su misión fuera estrellar el balón contra el hierro una y otra vez. Tarlac, acertado a la hora de asistir en la pintura a Reyes, jugó muy pocos minutos y con una falta de actitud en defensa rayana con la caradura. Jugó su último partido como jugador del Madrid, desde luego, al igual que Mulaomerovic.
"No tenemos identidad"
"No somos competitivos", confesó Imbroda después del desastre. Lolo Sainz ya se había metido en el vestuario blanco para decir no sé sabe qué a los jugadores. El técnico melillense no parecía especialmente afectado y se apoyó en la "falta de tiempo para preparar la temporada". Imbroda, ex seleccionador español, se incorporó al Madrid tras el Mundial de Indianapolis.
"No estamos acostumbrados a ver a un Madrid así, sin una identidad", dijo con dureza el entrenador, que también tuvo reproches para sí mismo al conceder: "No he sabido transmitir lo que quería". El futuro del técnico no está claro, aunque Imbroda rehusó hablar de su continuidad ayer: "No es momento para esas cosas". El Madrid consumó el mayor desastre de la historia de la sección, su mayor humillación, pero a nadie pareció importarle demasiado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de mayo de 2003