Cuando se aproximan unas elecciones, cualquiera que sea su ámbito, recibo tres cartas informándome sobre la situación de mi colegio electoral. Una de ellas procede de la Administración general del Estado, otra de la autonómica y otra de la local. Las tres contienen lógicamente los mismos datos. Como en mi domicilio residimos cuatro personas habilitadas para votar y el colegio, mesa y sección se asignan en función del domicilio, y no de la persona, la misma información se ha reproducido 12 veces.
Esto sucede elección tras elección, sin que las tres administraciones adviertan de la necesidad de coordinarse para evitar tal redundancia y el consiguiente despilfarro de dinero público, tributado por aquellos a quienes tienen el gusto de dirigirse, y sin que tengan empacho en evidenciar el desbarajuste. No considero difícil alcanzar un acuerdo para que una sola de las administraciones se haga cargo de la difusión de los datos sobre el lugar donde se vota y evitar un gasto innecesario. Aún más, bastaría con enviar una sola carta para todos los electores censados en cada vivienda.
Y si queremos ajustar más, habida cuenta de que, dado que el precio de la vivienda no permite a uno el nomadismo y que los colegios electorales no se cambian con frecuencia, bastaría enviar la carta a aquellos que hayan causado alta en el censo o en el padrón en los últimos años, o a los que afecte una modificación de la situación del colegio. Pero, por favor, no más despilfarro tan descarado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de mayo de 2003