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Reportaje:

Cementerio de vehículos urbano

Una guardería de Valencia linda con un descampado en el que se abandonan y queman coches con frecuencia

Fue el pasado martes día 13 cuando los bomberos de Valencia y la policía local recibieron un aviso que alertaba del incendio de una furgoneta en un descampado de la calle de Campoamor de Valencia. A partir de ahí, como marca el protocolo, se movilizaron los efectivos oportunos de ambos cuerpos, se sofocó el fuego -que dejó prácticamente destruido el vehículo- y se tomaron los datos de lo ocurrido. Ayer domingo, cinco días después, la furgoneta calcinada permanece en el mismo sitio, junto a la tapia de una guardería, en una calle en la hay al menos cinco escuelas infantiles de las que a las cinco de la tarde salen los pequeños.

El siniestro del pasado martes no fue exactamente una sorpresa para quienes regentan las guarderías. De hecho, desde Anaia, la escuela infantil cuya tapia de unos dos metros es la frontera del descampado, se había alertado de la existencia de la furgoneta abandonada en varias ocasiones, porque allí llevaba varios días. Pero además, desde ese centro infantil, al igual que desde algún otro, se ha comunicado a la policía local de Valencia del uso de ese descampado como lugar de abandono de coches robados o que ya están en desuso, y que acaban, como ya ha ocurrido, en chatarra por las llamas. Vecinos y directores de los centros infantiles reclaman la retirada de los vehículos, especialmente porque el lugar está concurrido por niños de forma habitual.

Las quejas no se reducen sólo a las trasladadas desde las guarderías de la zona. El barrio, entre Algirós y Blasco Ibáñez es uno de los que más número de incidentes de este tipo registra. De hecho, las asociaciones de vecinos protestaron recientemente porque consideraban que el goteo de coches quemados seguía produciéndose en el barrio a consecuencia de un descenso de vigilancia o de la eliminación del operativo policial específico que a mediados del pasado año se activó para perseguir esta modalidad delictiva.

En el caso concreto del descampado de la calle de Campoamor, como explica Alicia Jiménez, vecina de una finca colindante, "hay un agravante porque los niños están ahí mismo". Según Jiménez: "Cuando el otro día quemaron la furgoneta, nos asustamos. Está al lado de la guardería, es cuestión de suerte, el fuego no saltó al centro infantil porque no soplaba viento. Y los niños estaban saliendo".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de mayo de 2003