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Crónica:FÚTBOL | 34ª jornada de Liga

El Villarreal baila a un Celta con nueve jugadores

Atendiendo al resultado, podría decirse que el Villarreal certificó ayer prácticamente la permanencia en Primera, humillando a un Celta que ve frenadas sus aspiraciones de disputar la Liga de Campeones. El encuentro estuvo marcado por las expulsiones de Luccin y Mido, que condenaron a galeras al Celta y aplanaron el camino al Villarreal, que aprovechó la concesión con goles y a lo grande.

Si el Celta peleaba por Europa, el premio para el Villarreal no era menor. Sin embargo, ninguno de los dos conjuntos parecía querer pegar primero. Ambos se dedicaron al toque paciente y sin riesgo, al juego vacuo, nada vertical, como esperando que algo sucediese, que cambiase el ritmo y decantara la balanza. Y vaya si sucedió. En tres minutos el Celta se fue del partido de la manera más absurda. Corría el minuto 19 cuando Luccin reclamó una falta intrascendente en el centro del campo. La protesta, al parecer, fue acompañada de algún insulto y Rodríguez Santiago mostró con saña la tarjeta roja al francés. Y después fue Mido, quien tres minutos después pagó su ira con el árbitro con una patada a Josico que también le costó la expulsión.

VILLARREAL 5 - CELTA 0

Villarreal: Reina; Javi Venta (Guayre, m. 34), Quique Álvarez, Ballesteros, Arruabarrena (Palermo, m. 60); Josico (Víctor, m.34); Belletti, Farinós, Jorge López, Calleja; y De Nigris.

Celta: Pinto; Velasco, César, Cáceres, Juanfran (Vagner, m. 53); Ángel, José Ignacio, Luccin, Gustavo López (Silvinho, m. 45); Edú ( Giovanella, m.68) y Mido.

Goles: 1-0. M. 48. Guayre marca tras revolverse en el área tras un centro de Calleja. 2-0. M. 52. Víctor, a pase de Farinós. 3-0. M. 58. Jorge López, de fuerte disparo desde el borde del área. 4-0. M. 61. Palermo, a pase de Víctor. 5-0. M. 88. Guayre, de fuerte disparo.

Árbitro: Rodríguez Santiago. Expulsó a Luccin (m. 19) y a Mido, por doble amonestación (m. 22). Amonestó a Sergio, Gustavo López, Ángel y a Lotina, entrenador del Celta.

Unos 20.000 espectadores en el Madrigal.

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Ni en el sueño más bucólico hubiese imaginado el Villarreal encontrarse en una situación semejante, con 70 minutos por delante y con dos jugadores más que el contrario. Entonces dio comienzo un partido de balonmano, con los ocho jugadores de campo del Celta resguardando no más allá del área a Pinto, al que le entraron picores, y no por la reciente varicela pasada, sino por lo que se le venía encima, un ataque sin pausa y tregua del Villarreal. Ataque estático con el balón circulando de una banda a otra buscando un resquicio que permitiese abrir la lata.

En un principio la extraña circunstancia dejó perplejo a los jugadores del Villarreal. Benito Floro puso en el tapiz más pólvora, con Guayre y Víctor. El resultado no fue inmediato y el Celta se mantuvo en pie lo que quedaba del primer acto, no sin pasar como era de esperar más de un apuro.

Todo era cuestión de perseverancia y paciencia y nada más iniciado el segundo acto Guayre forzó la cerradura, Víctor amplió la ventaja, Palermo se reencontró con el gol y el Celta bajo los brazos. Era un día para el absurdo y el suicidio, no para la épica.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de mayo de 2003