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Crítica:PALACIO VISTALEGRE

El arte y el duende

Qué lástima ver los tendidos de Vistalegre tan calvos en tarde de domingo. Una tarde de toros en la que flotó el duende y brilló el arte a partes iguales. Finito de Córdoba en su primero interpretó el toreo a la verónica con temple y quietud, pero la faena de muleta no pasó de aseada y carecía de emoción. En su segundo, Finito superó las verónicas buenas que había dado en el primero, y en el último tercio estuvo voluntarioso. El primero de Javier Conde se partió el pitón derecho al derrotar en tablas de salida y fue imposible faena alguna. Pero en el quinto armó un revuelo de sensaciones con capote y muleta. Empastado y personalísimo, recreó la verónica apaulada, y en el tercio de muleta toreó por ambos pitones en pases tan originales como de pellizco y temple indiscutible. Morante de la Puebla en su primero dio verónicas a pincel y acompañado del metrónomo. Y con la muleta fue el clasicismo y el arte en un trasteo desigual malogrado con la espada. En el sexto, Morante realizó un quite a la verónica en el que bordó el toreo. La faena de muleta llegó a entusiasmar, pues al natural como en redondo fue clásica y pura. Ayer, domingo, en los Carabancheles el toreo y el cante grande se unieron para deleitar al personal.

Tornay / Finito, Conde, Morante

Toros de Hermanos Tornay, bien presentados en general, nobles, dieron muy buen juego. Finito de Córdoba: silencio; aviso y silencio. Javier Conde: silencio; aviso y oreja y dos vueltas al ruedo. Morante de la Puebla: ovación y dos orejas. Palacio Vistalegre. 18 de mayo. Un quinto de entrada.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de mayo de 2003