La agenda de un ministro de Exteriores es siempre agitada, pero la de Ana Palacio conoce últimamente un frenesí que amenaza con derivar en un torbellino en torno a la nada. Por ejemplo, entre la noche del pasado sábado y la del lunes, en apenas 48 horas, la ministra hubo de desistir por dos veces de viajar a Marruecos para trasladar a las autoridades del reino alauí la solidaridad y la cooperación de España frente al terrible atentado terrorista de Casablanca. La ministra de Exteriores quería ir, pero, pese al clima de acercamiento entre los dos países que detecta la diplomacia española, Rabat ha venido a decir que su presencia en Marruecos sería más un engorro que una ayuda.
El sábado por la noche se anunció oficialmente que Palacio viajaría a Casablanca el domingo, pero a la mañana siguiente la ministra desistió. Desde Rabat se le dijo que su homólogo, Mohamed Benaissa, estaba en EE UU, y que su llegada a la ciudad complicaría los arreglos de seguridad el mismo día en que el rey Mohamed VI visitaría las zonas siniestradas.
El domingo por la noche volvió a anunciarse oficialmente que este viaje se haría mañana, pero anoche se volvió a cancelar, siempre, según fuentes diplomáticas, por la amistosa disposición española a ayudar al país vecino y a no crearle problemas". El caso es que Benaissa llegó ayer a Londres, pero con la idea de volver a su país el miércoles. Al parecer, le han surgido otros problemas de agenda.
Y no ha sido éste el único cambio de planes que Palacio ha tenido que afrontar en la última semana. El pasado jueves tenía previsto desplazarse hoy y mañana a los territorios palestinos, concretamente a Ramala y Gaza, con la intención de ver al presidente Yasir Arafat, y no sólo al primer ministro Abu Mazen. El momento era perfecto para no tener que pasar el trago de verse rechazada por el primer ministro israelí, Ariel Sharon, que se niega a entrevistarse con quienes visitan a Arafat. Sharon tenía entonces previsto estar en Washington durante estos días. Pero el atentado de Hebrón en la mañana del sábado, y los que le siguieron, cambiaron totalmente el panorama. Sharon canceló su viaje a EE UU, y Palacio pospuso el suyo a Israel.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de mayo de 2003