Muchas de las atrocidades del sistema de segregación racial del apartheid, que rigió en Suráfrica hasta 1994, saldrán a la luz en el macrojuicio que se inició ayer en un tribunal de Nueva York. Miles de víctimas de aquel régimen buscan una compensación económica de las multinacionales que durante años se lucraron con unas condiciones laborales próximas a la esclavitud.
El caso, según informa Financial Times, además de contener una enorme carga emocional, supone la recuperación del Alien Tort Claims Act (ACTA), el Acta de Reclamaciones por Daño Extranjero, en el limbo durante los últimos 200 años. El ACTA, que data de 1789 (pocos años después de la ratificación de la Constitución de Estados Unidos), e inicialmente pensada para condenar a Estados extranjeros, se recupera ahora teniendo por sujetos pasivos a empresas, las mayores del mundo, llevadas al estrado por el célebre abogado estadounidense Ed Fagan, quien ya ganó miles de millones de dólares para las víctimas del holocausto, en una demanda contra bancos suizos que no devolvieron los ahorros de los muertos a sus familias tras la II Guerra Mundial.
Hoy, Fagan afronta básicamente un reto similar: la búsqueda de una compensación económica por parte de las empresas que se apoyaron en leyes laborales injustas que eran ilegales en sus países de origen para lograr grandes beneficios durante el apartheid.
Los demandantes son decenas de miles de víctimas de esos abusos laborales, unificados por el abogado en un único caso. Los demandados son 34 grandes empresas multinacionales; entre otras figuran J. P. Morgan Chase, Citigroup, Deutsche Bank, IBM, Nestlé, Barclays, Crédit Lyonnais, Shell, Novartis, Exxon-Mobil o Daimler-Chrysler. Las compañías acusadas han trazado un plan para minimizar al máximo la repercusión pública del proceso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de mayo de 2003