En el editorial de EL PAÍS de 10-5-2003 (Irak vuelve a la ONU), y al hacer referencia a las tan traídas y llevadas "armas de destrucción masiva" con las que se decía que el régimen de Sadam Husein amenazaba al universo mundo, se alude a la "ominosa posibilidad de que EE UU haya intoxicado a todos para justificar en última instancia su intervención".
Pues ésa parece ser la realidad de los hechos si atendemos a un reciente artículo aparecido en el último número de la revista norteamericana Bulletin of the Atomic Scientists (mayo-junio 2003). En dicho artículo, el analista John Prados, del National Security Archive, contrasta la descripción de la "amenaza iraquí" efectuada por Colin Powell en su alarmista discurso de 5-2-2003 ante el Consejo de Seguridad de la ONU con lo que al respecto ya era de dominio público tanto a través de los informes de los inspectores de la ONU como de los informes oficiales de la propia CIA.
En su minucioso trabajo (A necessary war?, que puede verse en www.thebulletin.org), Prados concluye que a partir de octubre de 2002, y por evidentes motivos políticos, la muy relativa "amenaza" iraquí a la que hasta entonces los servicios de información norteamericanos no habían dado gran importancia, se transformó -casi de buenas a primeras y en un claro ejercicio de manipulación de los datos existentes- en un peligro inminente y grave.
Ello pese a que los mencionados informes señalaban: a) la práctica inexistencia de un programa nuclear, b) un limitado y quizá inutilizable (al menos con carácter ofensivo) stock de armas biológicas, c) una reducida cantidad y una discutible eficacia de las armas químicas disponibles, y d) un muy primitivo programa de fabricación de misiles, de alcance y calidad muy restringidos en todo caso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de mayo de 2003