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Reportaje:

"Yo vengo a por la pasta"

Decenas de accionistas del Valencia venden sus títulos a 650 euros

"Yo vengo a por la pasta, como todos". José Miguel, un abogado valenciano de 36 años, acudió ayer por la mañana a la oficina abierta frente al campo de Mestalla por Paco Roig, máximo accionista del club y que aspira a su presidencia, cargo que ya ostentó entre 1994 y 1997, para vender sus ocho acciones. "Se las voy a vender a Roig", explicó este aficionado, "porque fue el primero en ofrecer 600 euros por cada título [12,5 veces su valor nominal, que fue de 48 euros]".

En el noveno piso del número 11 de la Antiga Senda de Senent, donde el Valencia tiene su sede social, decenas de personas esperaron desde primera hora de la mañana a que el club les entregara el certificado que acredita su condición de accionista, trámite indispensable para poder vender las acciones a cualquiera de los compradores dispuesto a desembolsar 600 euros por cada título. Uno es Roig; otro es el constructor Bautista Soler, cabeza visible del grupo de empresarios próximo a la actual directiva que trata de neutralizar el afán acaparador del máximo accionista. Y un tercer comprador apareció ayer: Salvador Torrecillas, que ofrecía 650 euros por acción.

Roig, indignado, denunció que el Valencia pusiera su personal a disposición de Bautista Soler. También se quejó de que el club entorperciera los trámites cuando los accionistas querían venderle a él los títulos.

"Yo", afirmó ayer Darío, un estudiante de Derecho, "le vendo mis dos acciones a la actual directiva porque Roig no me da buena espina". Todo lo contrario opinaba Clara Martínez, quien esperaba junto a su marido, Vicente Tello, a que le llegara el turno para venderle a Roig seis de los nueve títulos que compró en la primera emisión: "¿Para qué queremos ya las acciones? Si ellos hacen negocio, nosotros también un poco. Si no nos gusta cómo lo hacen, ya sacaremos los pañuelos en Mestalla". Vicente Gómez, de unos 40 años, hacía cola en la sede del Valencia: "Voy a vender mis nueve acciones, pero a Roig no. ¡Qué más da! El sentimiento sigue siendo el mismo, con acciones o sin ellas". Mientras, Francisco defendía al máximo accionista: "Sé que Roig no quiere hacer negocio. Si hubiera querido, habría aceptado la oferta de 3.000 millones de pesetas que le hizo Bautista Soler".

Roig también apunta al paquete de acciones que sus hermanos, Juan y Fernando, vendieron en 2002 con la condición de que los compradores no especularan con ellas en cinco años. Sabedor de esto, el máximo accionista adelanta 300 euros y se compromete a pagar el resto dentro de cuatro años, cuando los títulos ya sean de su propiedad.

Bautista Soler, constructor de 74 años, por su parte, tiene una obsesión: construir un nuevo estadio para el Valencia en los cuarteles de la Alameda, terrenos que el club tendría que comprar una vez que al Ayuntamiento recalificara el suelo donde se levanta el campo de Mestalla. "Lo único que quiero es que se haga el campo nuevo", dice este accionista del club, quien se ha convertido en los últimos meses en un firme aliado del actual consejo de administración, enfrentado a Paco Roig.

Soler, dueño de 1.800 acciones, le ofreció hace unos meses a Roig 18 millones de euros por su paquete accionarial (unos 35.000 títulos), pero éste rechazó la oferta. "Yo lo único que quería", dijo entonces el constructor, "es conseguir la estabilidad social".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de mayo de 2003