Llegó la hora. A votar. Y a tener memoria. Muchos iremos a hacerlo con un mensaje: "No a la guerra". Ya sé que se vota para elegir alcaldes. Pero un alcalde que apoya una guerra ilegal e injusta, con una sonrisa en sus labios, mirando a otro lado como si no fuera con él y arrinconando la conciencia no me vale.
Nos quieren enterrar la memoria con miles de promesas, con miles de inauguraciones. Pero mire usted, estoy hasta el gorro de tantas promesas de última hora. Aznar ha demostrado tener una chistera de la que sale desde un conejo a un halcón (paloma, no, porque no es lo suyo). La guerra de Irak, el Prestige, el decretazo.
Lo siento, no me gustan las palmeras, ni el reparcheo de calles, ni los mensajes de última hora en los que me rebajan los impuestos o viviendas a precio de saldo. Me importa más un sistema de gestión y de gobierno. El PP, gracias a Aznar, se desliza a una derecha dura y pura, que está siendo su única manera de recortar los puntos que le separan de los socialistas.
No quiero medallas del Gobierno de Bush. Ni más mentiras, como esa inauguración de cartón por Javier Arenas en Huelva, o que Torres Hurtado, el candidato del PP, haya perdido la memoria de cuando dijo que si no ganaba AP en las municipales de Granada de 1987, había que pegar fuego a la sede del PSOE. Como tampoco que el candidato de Málaga por el PP, Francisco de la Torre (San Francisco de Asís), nos quiera hacer comulgar con las ruedas de molino "Paco Cascos". Habrá soterramiento de las vías del tren pero pagadas a escote por el Ayuntamiento y la Junta.
Es como cuando, hace cuatro años, Celia Villalobos, como su gran promesa se sacó de la chistera el Plan Guadalmedina de Málaga y que le hiciera ganar las elecciones. ¿Lo ha visto usted? Yo, no. Chistera y pinocho. Lo dicho, a votar. Que nadie se quede en casa. Y que vote según le dé la gana. Nunca en elecciones anteriores hubo tanto indeciso, casi un 30%. Ahí está la clave.
Por eso, antes de irse a la playa o a la montaña, hay que pasar por las urnas, recuperando la memoria. Hay que vencer la abstención, cáncer que suele beneficiar a los menos buenos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de mayo de 2003