Estudiantes rompe al Auna

Estudiantes entra en la fase final de la Liga ACB cargado de revoluciones. Hasta ayer caminó por el campeonato con discreción, bien asentado en el cuarto puesto de la clasificación. Pero en cuanto avistó los play off de acceso al título pisó el acelerador, y como primera muestra de su arreón, venció al Auna de Gran Canaria 85-63. Para doblegar a los de Pedro Martínez, Estudiantes sembró la cancha de una defensa agresiva, bien amurallada por Reyes y Keefe, y de un ataque certero, basado en la rapidez, en una ágil circulación de la pelota. Como Brewer interpretó la sinfonía a las primeras de cambio, como Reyes se adueñó del juego interior y Jiménez soportó con seguridad la efectividad en ataque, el equipo colegial empequeñeció tanto al Auna que el partido dejó de parecerse al primer fascículo de un play-off. Fue un equipo orgulloso, voraz, frente a otro, amilanado. Al descanso Estudiantes guardó en la bolsa una ventaja de 20 puntos.

El Auna apareció en el campeonato con el complejo de un equipo que ni siquiera soñaba con mostrarse insolente e incordiar a los grandes. Poco a poco, armado con la confianza en el colectivo, los insulares se instalaron en la élite del torneo y de pronto apareció como la china en el zapato de algún favorito, como el Real Madrid. Sin embargo, ayer, en su primera enmienda de envergadura, los de Gran Canaria se dejaron intimidar hasta el punto de no aparentar el menor síntomas de reacción. El Estudiantes le propinó una paliza desde el primer minuto, le mareó detrás del balón, le cohibió en el juego interior. Ni Guillén, ni Eley ni el ex colegial Pablo Martínez -Brabender era baja- se acercaron a los jugadores que han demostrado ser todo el año. Fallaron cualquier tentativa, y como consecuencia, vagaron por el Palacio de Vistalegre.

En el segundo tiempo, las coordenadas no se desviaron del eje que Estudiantes dibujó para el encuentro. Quizá abotargado por el rango del compromiso, el preparador del Auna no pudo adivinar en ningún momento el tipo de encerrona que su colega le plantó en el parqué. Tras el descanso, intentó la suerte del tiro exterior, imprimirle otro ritmo a su juego. Sin embargo, los bastiones del equipo, los mismos que han aupado a los isleño a la fase final, seguían adormecidos, lo que facilitó mucho la labor de Estudiantes, que se paseó con solera y se dedicó a difundir su canción, primero por la pintura, donde Jiménez, Loncar, Vidaurreta y compañía amuermaron a sus contrincantes, y después por fuera, zona en la que Brewer, Azofra y Jansen camparon a sus anchas.

El encuentro, no obstante, implicaba el riesgo de la relajación. Para evitar que los jugadores se acomodaran en la tremenda ventaja de la que disponían -que llegó a superar los 30 puntos mediado el segundo tiempo-, Pepu Hernández recurrió a las rotaciones. Dio entrada a Miso y a Germán, para apuntillar su buen juego. Le salió bien la apuesta. Con Brewer de cerebro y un Loncar enormemente motivado, Estudiantes se paseó tranquila pero eficazmente por el tramo final del partido. A los grancanarios no les quedó más consuelo que la resignación. A falta de cinco minutos, Martínez se sentó, deslizó la mirada por el parqué y el Auna comenzó a preparar el siguiente partido antes del último bocinazo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de mayo de 2003