Al anunciársele el miércoles que el comité de jugadores del circuito europeo de golf había decidido amonestarle y multarle con 7.500 euros, la primera reacción de Severiano Ballesteros fue de incredulidad, la segunda de rabia y la tercera de dolor. La cuarta puede ser de despedida.
Al día siguiente alegó una gripe para retirarse del torneo de Wentworth y volverse a Pedreña. Los rumores de su posible portazo al tour para irse al norteamericano se dispararon. "Sabemos que jugará el Open Británico", dicen fuentes cercanas a él; "no podemos anunciar nada más".
Ballesteros, que sacó al circuito de la pobreza para convertirlo en un negocio, se siente injustamente tratado no por la multa, sino porque los compañeros que le juzgaron prestaron más crédito al árbitro que le penalizó por juego lento que a sus alegaciones.
José María Olazábal desayunó el jueves con él y dijo: "No pudo dormir en toda la noche. Y no le culpo". Ernie Els, el número dos mundial, también le apoya: "Mantuvo el circuito vivo en los 70 y 80. Ha cometido errores, pero no creo que haya que golpearle fuerte cuando está abajo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de mayo de 2003