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ELECCIONES 25M | La jornada electoral en Cataluña

Los socialistas creen que los resultados confirman "la dinámica de cambio"

Maragall se compromete a trasladar la "mayoría de progreso" al Gobierno catalán

"Me comprometo firmemente a hacer de esta mayoría de progreso la mayoría de gobierno en Cataluña". Pasaban de las 23.00 horas cuando el líder de los socialistas catalanes, Pasqual Maragall, adoptaba públicamente este compromiso ante sus simpatizantes en la sede central del partido. Los resultados quedaban lejos de los objetivos del PSC, pero el avance global de la izquierda plural permitió a los socialistas afirmar que "la dinámica de cambio en Cataluña es imparable".

No habían pasado ni 10 minutos desde el cierre de las urnas cuando el portavoz del Partit dels Socialistes (PSC), Miquel Iceta, ya leía los comicios en clave autonómica y subrayaba que la victoria de las fuerzas progresistas suponía la antesala del triunfo en otoño. La consigna para el PSC estaba escrita desde el inicio de la campaña: el guión decía que el avance augurado de la izquierda y el retroceso de CiU serían el primer peldaño de un eventual triunfo en las autonómicas.

Iceta lo dijo con satisfacción en seguida, aunque al final los resultados no acaban de coincidir al 100%, ni mucho menos, con el diseño de los estrategas del PSC: la izquierda avanza, sí, pero la izquierda plural ha crecido en detrimento de los socialistas. Pese a la impronta de primarias que el PSC había dado a la campaña, Maragall se apresuró ayer a matizar este componente ya con los resultados sobre la mesa: "No eran primarias, eran sólo las primeras del ciclo electoral".

Los comicios anteriores se celebraron en unas condiciones excepcionalmente favorables para el PSC: Esquerra e Iniciativa acudieron fracturados a las urnas, de modo que los socialistas captaron buena parte del voto útil de izquierdas. Además, la campaña de CiU en 1999 en Barcelona arrastró a la baja a la coalición en toda Cataluña y desmovilizó a nacionalistas y populares. Sobre el papel, este escenario tan beneficioso era irrepetible para el PSC. Efectivamente, no se repitió, aunque la caída de CiU prosiguió, lo cual permitió que los socialistas mantuvieran el discurso de que el cambio es "imparable".

La tendencia de crecimiento de los partidos minoritarios venía apuntándose a lo largo de la campaña. Las continuas y ambiguas alusiones de Maragall a un entendimiento futuro con CiU encendieron las luces de alarma en el aparato del PSC, temeroso de que esta puerta abierta no hiciera sino aumentar la tendencia ya apuntada. En el ecuador de la campaña, el presidente del PSC cambió el chip: dejó de hablar de Convergència y puso su máximo empeño en pedir a los progresistas que concentraran el voto en el PSC.

Maragall insinuó ayer que se han acabado los zigzagueos tácticos: se comprometió solemnemente a trasladar a la Generalitat la "mayoría de progreso" que a su juicio ganó los comicios de ayer: es decir, contará con ICV y ERC. "Los resultados son el anuncio de que tendremos en Cataluña el gobierno de progreso que hace 25 años que esperábamos", subrayó.

Los portavoces del PSC pasaron de puntillas desde el principio sobre el reequilibrio interno entre las fuerzas de izquierda y consideraron los comicios un gran éxito del conjunto del polo progresista, encabezado por los socialistas. "Somos el primer partido de Cataluña", afirmó un sonriente Iceta, quien "saludó" el avance de Iniciativa y de Esquerra Republicana. El portavoz socialista se felicitó también por "el incremento del voto de izquierdas", que vio como un aval de las "mayorías de progreso".

Que las cosas no marchaban exactamente como deseaba el PSC da una idea el bloqueo informativo en la sede central del partido, en la calle de Nicaragua de Barcelona, adonde iban llegando los simpatizantes socialistas. La información se dosificaba con cuentagotas, incluso para los medios de comunicación. La mayor parte del tiempo los televisores instalados se limitaban a pasar videoclips propagandísticos del partido. Algo tan simple como las conexiones televisivas se convirtieron casi en un lujo y muy pocos dirigentes del partido se dejaron ver.

Uno de los golpes más dolorosos para el PSC fue el resultado de Tarragona: la ciudad prioritaria, que habían situado como termómetro del cambio y que a última hora de la tarde dieron por ganada, seguirá gobernada por Convergència.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de mayo de 2003