Las hipótesis sobre la posibilidad de que la crisis política desatada por la marea negra del Prestige reforzara las posiciones del nacionalismo gallego quedaron desmentidas ayer. El BNG perdió su joya municipal más querida, Vigo, donde el alcalde nacionalista, Lois Pérez Castrillo, perdió un concejal y se vio rebasado por su rival en la izquierda, el socialista Ventura Pérez Mariño. El BNG podría perder además otra alcaldía importante, la de Ferrol.
Las municipales de 1999 habían sido un hito para el nacionalismo gallego, cuyo poder municipal se reducía hasta entonces a pequeñas localidades. Por vez primera, los nacionalistas accedieron al gobierno de las grandes urbes, entre ellas la más poblada de Galicia, Vigo. La experiencia del poder ofrece resultados desiguales. En Pontevedra, el BNG rentabilizó extraordinariamente su gestión municipal y logró ayer una clara victoria, desplazando al PP por vez primera como la fuerza más votada.
En Vigo, sin embargo, los nacionalistas no sólo no pudieron sacar partido de la alcaldía, sino que sufrieron un leve retroceso que, unido al ascenso socialista, les obligaría a ceder el puesto de regidor al PSOE en virtud de los previsibles pactos entre ambas fuerzas políticas. Algo parecido le sucedió a los nacionalistas en Ferrol, donde tampoco aprovechan su estancia en el Gobierno municipal y la irrupción de un exitoso grupo independiente podría privarles de la alcaldía. El BNG también sufrió pérdidas en Santiago y sobre todo, en Lugo, donde eran los socios minoritarios del PSOE, que capitaliza la gestión municipal.
Sin embargo, los nacionalistas lograron un gran avance en A Coruña. El BNG dobla su número de concejales a costa del alcalde socialista, Francisco Vázquez. En el cómputo general de la comunidad, los nacionalistas suben un punto porcentual. Pero la pérdida de las ciudades y las expectativas generadas en los últimos meses emborronan sus resultados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de mayo de 2003