Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

Kirchner reivindica el papel del Estado en su investidura en Argentina

El nuevo presidente prepara una profunda remodelación de la cúpula militar

"Ésta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral", dijo Néstor Kirchner en su discurso de investidura como presidente de Argentina. Trazó las líneas de su programa de Gobierno, reivindicó el papel del Estado para poner "igualdad allí donde el mercado excluye", abogó por recuperar los valores de justicia social, anunció más empleo y mejor distribución del ingreso, y dirigió mensajes a los sectores que detentaron los resortes del poder."Ésta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral", dijo Néstor Kirchner en su discurso de investidura como presidente de Argentina. Trazó las líneas de su programa de Gobierno, reivindicó el papel del Estado para poner "igualdad allí donde el mercado excluye", abogó por recuperar los valores de justicia social, anunció más empleo y mejor distribución del ingreso, y dirigió mensajes a los sectores que detentaron los resortes del poder.

"La lucha contra la corrupción y la impunidad será implacable", "traje a rayas para los grandes evasores", "la seguridad jurídica tiene que ser para todos, no sólo para los que tienen poder o dinero", fueron algunas de las advertencias que el presidente Kirchner expuso con firmeza en su discurso. Aseguró que termina una forma de hacer política, tuvo varias alusiones críticas a tiempos pasados, desde la dictadura militar a la década menemista, y convocó a los argentinos a mirar el futuro. Para llevar a cabo sus objetivos, dijo estar dispuesto "a encarar las reformas necesarias" y a "utilizar todas las herramientas que la Constitución ofrece". Pidió a los argentinos conservar la memoria de los horrores del ayer, en una alusión a la dictadura, que combatió y padeció. Y dirigió un mensaje a los militares: "Tienen que estar comprometidos con el futuro y no con el pasado".

Kirchner recibió la banda presidencial del también peronista Eduardo Duhalde, quien ocupó el cargo durante 17 meses sin haber pasado por las urnas. El acto tuvo lugar ante la Asamblea Legislativa, que reúne a los plenarios de las dos cámaras. Sentada en su escaño de senadora estaba Cristina Fernández de Kirchner, desde ayer primera dama de Argentina. Estuvieron presentes en el acto 13 delegaciones presidenciales, todas ellas de América Latina. España estuvo representada por el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, mientras que EE UU envió a un funcionario de segunda fila, concretamente el secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, Mel Martínez. Los líderes que acapararon mayor atención fueron el cubano Fidel Castro, el brasileño Luis Inázio Lula da Silva, y el venezolano, Hugo Chávez. Los tres fueron los más ovacionados en la ceremonia.

Kirchner acudió a la Casa Rosada y bajó a la plaza de Mayo para saludar a la multitud, lo que se convirtió en un problema para los guardaespaldas. En una avalancha de los que pugnaban por saludarle recibió un golpe de un cámara en la frente, que le hizo sangrar.

En los días previos a la toma de posesión, Kirchner ha tratado de desmentir de palabra y obra a quienes ven en él a un presidente débil, con un poder prestado por su valedor, Duhalde. El mayor golpe de efecto tuvo como destinatario las Fuerzas Armadas, que no han conseguido borrar su mala imagen desde la dictadura (1976-1983), a pesar de los esfuerzos de los últimos años para profesionalizar la institución. Kirchner ha decidido emprender el cambio más profundo que se recuerda en la cúpula militar al pasar a retiro a 27 generales, 13 almirantes y 12 brigadieres. Dicho de otro modo, significa una purga del 75% del generalato y del 50% de los jefes de la Marina y la Fuerza Aérea.

El nuevo presidente no ha tenido en cuenta las opiniones en contra del ministro de Defensa, José Pampuro, un peronista ligado al presidente saliente, a quien le tocó transmitir a los uniformados la amarga orden. El jefe del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni, expresó su malestar y el de buena parte de los generales que pasarán a retiro. En un intento por amortiguar los efectos de la medida, propuso reducir el número de afectados.

El ministro de Defensa ha dado a conocer los nombres de los nuevos jefes que asumirán esta semana sus cargos, entre los que destaca el general de brigada Roberto Bendini, que estará al frente del Ejército y que ocupaba el puesto 28 en la línea sucesoria del jefe saliente. Procede de una unidad de Río Gallegos, la ciudad natal del presidente, y había ascendido a general hace un año y medio. Los integrantes de la nueva cúpula militar pasaron, en su mayoría, por guarniciones de la Patagonia, donde conocieron a Kirchner durante su etapa de gobernador de Santa Cruz.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de mayo de 2003