En fechas aun no muy lejanas, al pasar por la calle Resolana, en su conjunción con Torneo, sevillanos y turistas podían contemplar la estampa tercermundista de un asentamiento chabolista al lado de la futurista Sevilla de la Expo 92. En su lugar hoy se puede encontrar un magnífico parque.
Desgraciadamente, aun se pueden ver imágenes tercermundistas en el mismo lugar: con la llegada del calor algunos grupos de adolescentes no tienen reparo en circular con sus motocicletas por el parque que después de dar varias vueltas en su interior aparcan junto a la fuente central para darse un chapuzón. En ocasiones pueden verse hasta más de diez personas en su interior con el consiguiente riesgo que de ello se deriva: destrozos en la instalación eléctrica y de los surtidores de agua y, lo que es más grave, ponen en peligro su integridad física, ya que pueden caer desde la pila superior y golpearse o quedar ensartados en las boquillas de los surtidores.
Los paseantes que contemplamos este espectáculo poco podemos hacer. Lo más, arriesgarnos a ser insultados y amenazados. Difícilmente podemos dar una respuesta convincente a nuestros hijos cuando nos inquieren: ¿papá, si ellos se bañan, por qué yo no puedo? Si nadie está dispuesto a cuidar la fuente, que pongan una alberca y así nos bañamos todos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 28 de mayo de 2003