A Miguel Albaladejo el cuerpo le pedía otra cosa. Sorprendió al público con su desternillante ópera prima, La primera noche de mi vida; provocó carcajadas con Manolito Gafotas, Ataque verbal y El cielo abierto, y emocionó con la amargura de Rencor. Pero, tras tanta risa, castidad y emoción, necesitaba "hacer una película subida de tono, sin mojigaterías". Estos días rueda en Madrid y Valencia el melodrama Cachorro. Conseguirlo ha sido toda una carrera de obstáculos: "Presenté el guión a varios productores y nunca les convencía por el recelo al sexo. Entonces quité algunas tramas secundarias, que alargaban innecesariamente la historia, y al final se quedó en una cosa más esquelética y sencilla. Así es como conseguí interesar al productor Juan Alexandre". Los dos coincidieron en elegir un reparto casi desconocido, salvo Elvira Lindo, que encabezan José Luis García Pérez, David Castillo, Diana Cerezo, Mario Arias, Arno Chevrier, Josele Román, Empar Ferrer y Félix Álvarez.
"En Cachorro voy a apretar más la clavija del drama. Así, sin ningún tipo de pudor", afirmó Albaladejo en un descanso del rodaje. "Es una historia de un acercamiento de un tío y su sobrino, que en principio no tienen mucho feeling y terminan queriéndose mucho", relata. "Hay muchas circunstancias que los quieren separar, así que es un elemento muy clásico de dramón, pero también hay comedia pura y la novedad de un sexo poco ortodoxo". El realizador ve el sexo como "un elemento de contraste con el sentimiento dramático que puede pecar de ñoño". El guión lo firma con Salvador García, guionista de El otro barrio y Mensaka.
"Pero, vamos, las escenas de sexo no son tan tórridas. Es una historia con un protagonista gay muy promiscuo, que no tiene compromisos afectivos y folla lo que puede y lo que quiere, sin mayores complicaciones", explica, consciente de que "a no todo el mundo le resultará llevadero". Asegura estar rodando Cachorro para un público mayor de 18 años, aunque está convencido de que la censura "últimamente está muy relajadita". Lo comenta tras ver Los novios búlgaros, de Eloy de la Iglesia, "que tampoco es especialmente mojigata y sólo la ponían no recomendada para menores de 13".
Se le ve entusiasmado con los dos protagonistas que ha preferido fueran desconocidos: "El director de casting estuvo un año viendo niños en Andalucía y en Madrid. Al final apareció David Castillo, que es de Fuenlabrada, casi en el último momento, y nos demostró que era el que mejor lloraba". "Y para el papel del tío elegí a José Luis García Pérez. Le vi en la serie Padre Coraje, de Benito Zambrano, le hice una prueba y lo tuve clarísimo". Como meridiano tuvo que contar en el reparto con su amiga la escritora Elvira Lindo, que encarna a la madre del niño, una hippy trasnochada que se va de viaje. "Es el papel más largo y complicado que ha hecho Elvira en una película, aunque en Ataque verbal hacía un trabajo a la altura del de Adriana Ozores, Antonia Sanjuán o Marta Fernández Muro. El otro día leyó una carta a su hijo en la película y nos dejó a todos muy emocionados. Se quitó esa vis cómica que parece que es irrenunciable y lo hizo de maravilla", contó. Hacia Lindo todo son parabienes: "Tengo la sensación de que he aprendido a escribir con Elvira. Ahora me atrevo a escribir cosas más complicadas y a que los personajes tengan un perfil más ambiguo. Todo se lo debo a su escritura".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de mayo de 2003