Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Crítica:CRÍTICA

El año en que vivimos peligrosamente

Era todo nuevo en aquel 1975, el año de todos los prodigios, cuando acabó por fin la tenaz oposición del dictador a la lógica del tiempo. Y más si se tenían, es el caso, sólo 13 años y no era sólo un país nuevo, sino la vida misma la que se abría ante los ojos de un asombrado preadolescente. Primera película reconocida -la primera real, La gran vida, era en verdad una comedia con estrella mandona, Salma Hayek- del realizador televisivo Antonio Cuadri, Eres mi héroe es un emotivo, bello relato iniciático, el que vive Ramón (Manuel Lozano) en un mundo que decididamente resulta para él un exotismo: Sevilla, tan lejos del norte en que nació; en vísperas de la muerte de Franco, y en el mismo colegio en que cursó sus estudios un futuro presidente de Gobierno.

ERES MI HÉROE

Director: Antonio Cuadri. Intérpretes: Manuel Lozano, Toni Cantó, Félix López, Antonio Dechent, Carmen Navarro, Maru Valdivielso, Juan Fernández. Género: comedia dramática. España, 2003. Duración: 105 minutos.

O sea que, como en El espíritu de la colmena, Secretos del corazón, La lengua de las mariposas o El viaje de Carol, por poner sólo algunos ejemplos, también aquí la mirada de un niño sirve no sólo para encuadrar una historia, sino más generalmente para enfocar la historia de un país con convulsiones de parto. Cuadri utiliza prioritariamente a su Ramón (es espléndido el desparpajo de Lozano, que no acusa el cambio biológico que ha vivido desde La lengua de las mariposas, para enfundarse la piel de un personaje como el suyo, tan cuitado como decidido, tan necesitado de amistad como imaginativo para gestionar su soledad) para contarnos ese parto. Pero no sólo para eso. Porque hay muchas más cosas en la película.

Hay primeros amores y primeras traiciones; heroísmos incomprendidos y rastreros, coercitivos comportamientos grupales; hay temor, mucho temor ante el futuro, pero también ilusión y esperanza. Como si Ramón, su familia y sus amigos fueran la sinécdoque de un país que echó a andar sobre las frágiles muletas de la memoria secuestrada, y apenas sin maestros; con más intuición y pasión que buen entendimiento.

Tiene Eres mi héroe la honestidad del relato que no oculta su opción -ética, política- y las hechuras de la tierna peripecia intimista que nos insta, casi con pudor, jamás mediante el chantaje sentimental, a una identificación directa con su adorable personaje. Pero esta peripecia no está sólo en función de ilustrar una postura política determinada, sino que funciona, y muy bien, por cuenta propia: a Cuadri le preocupa sobre todo el construir un verosímil cuadro de aventuras y desventuras juveniles -ese mundo que aparece tan evanescente, tan peligroso a los ojos de quienes a él despiertan- que en proponer un discurso directamente político, una opción, por cierto, perfectamente válida si por ella se hubiese decidido.

De ahí que la película se pueda ver como un esclarecedor relato de conocimiento, como una ejemplar peripecia de difícil entrada en la vida. Y en la explicación de ese proceso reside la mayor parte del interés, de la frescura que transmite una película honda y honesta, decididamente recomendable a ciudadanos con memoria que jamás han perdido de vista que alguna vez también ellos fueron niños.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de mayo de 2003