Para sus últimos conciertos, Ibermúsica ha invitado, por sexta vez, a la Orquesta y Coro del Teatro Bolshói, un centro de arte musical de larga historia y amplio prestigio desde que lo fundara Catalina II en 1776. Y como es lógico y digno de elogiar, la célebre entidad lírica y concertística nos ha traído música rusa de tres grandes autores y un cuarto puede que menos grande, pero siempre digno de atención histórica y meramente musical. Se trata de Borodín (1833), Chaikovski (1840), Taneiev (1856) y Rachmaninov (1873).
Del primer compositor citado, Serguéi Ivanovich Taneiev, escuchamos la Cantata San Juan Damasceno (Moscú, 1884), partitura de factura propia de un maestro, bien trazada y brillante, pero sobrepasada por compositores y obras posteriores; Chaikovski sonó en la antiguamente architocada Marcha eslava (1876) y en Moscú, cantata de la Coronación (1883), para la de Alejandro III con texto de Maikov, de una gran ampulosidad -honor, gloria, evocación y expresiones de oscuridad que cede a la luz, de esperanza, triunfo y esperanza- recogida por el músico con propiedad de lenguaje e intenciones.
Ciclo Orquestas del Mundo
Coro y orquesta del teatro Bolshói. Obras de Borodin, Chaikovski, Taneirv y Rachmaninov. Solistas: A. Durseneva, S. Belokon, V. Grivnov, V. Glimanov, Y. Nechaev. Directores: A. Vedernikov y V. Borisov. Auditorio Nacional. Madrid, 27 y 28 de mayo.
Dentro del género, Rachmaninov, en 1913, dio a conocer en San Petersburgo el poema Campanas, basado en el conocido texto de Poe: campanas de plata, de oro, de bronce y de hierro simbolizan los cuatro momentos de la vida humana en su curso, vario y accidentado, desde la juventud hasta la muerte. Rachmaninov, que estudió composición con Taneiev, se mantiene fiel a la herencia en lo esencial, pero su sonido es de otro talante y también distinto al que imperara en sus Conciertos más expresivos.
En fin, una selección de la ópera El príncipe Ígor desplegó el lirismo y la potencia nacionalista definitoria del "grupo de los cinco" de San Petersburgo, especialmente incitante en las danzas polovisanas. A la muerte del compositor, la ópera quedó inacabada y asumieron la tarea de ultimarla Rimsky Korsakov y Glazunov. Dos cavatinas, un dúo y dos arias encontraron intérpretes de mérito fuera de lo corriente en el arte y los medios de la soprano Svetlana Belokon, la mezzo Alexandra Dursaneva, el tenor Vsevolod Grivnov, el bajo Valery Glimanov y el barítono Nechaev. Fueron justamente aplaudidos, en unión del coro, que pilota el leningradés Valery Borisov y el director Alexander Vedernikov. Tanto la formación coral como la orquestal prometen en manos de un maestro vivo, expresivo, seguro y contrastante como es el sucesor de Alexander Lazarev, la vuelta del Bolshói a la categoría que le ha valido tantos triunfos y consideraciones en todo el mundo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de mayo de 2003