El subteniente del cuerpo de paracaidistas del Ejército del Aire, Joaquín Enrique Álvarez Vega, de 51 años, estaba destinado en Zaragoza en el Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo. Estaba casado y era padre de dos hijas. Su madre, María Dolores Vega, se enteró de la tragedia por su nieta Loreto, también militar. "Abuelita, papá ha tenido un accidente. Ha muerto", fue la frase que logró articular la hija del subteniente fallecido, según relató una vecina de los padres. María Dolores había hablado con su hijo 48 horas antes. Fue el sábado pasado, cuando Joaquín Enrique Álvarez la llamó desde Afganistán para felicitarla por su cumpleaños. Hijo único, el subteniente vivió de niño en San Esteban de Pravia, en plena desembocadura del río Nalón, donde había nacido. Desde pequeño manifestó una acusada afición por los deportes, en particular el fútbol y la natación. Había participado antes en tareas humanitarias en Kosovo y pretendía desplazarse a Irak próximamente.
MÁS INFORMACIÓN
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de mayo de 2003