El brigada Eduardo Rodríguez Alonso, de 39 años, estaba casado y tenía un hijo. Tenía previsto regresar hasta Sotés, una pequeña localidad de apenas 300 habitantes de La Rioja, que también ha perdido a su compañero Pedro Rodríguez Álvarez. Sus vecinas más ancianas recordaban el cariño a su madre: "Se le veía mucho sacando a pasear a su madre, que está en una silla de ruedas. Tenía mucha paciencia".
MÁS INFORMACIÓN
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de mayo de 2003