Francisco Javier Cobas Ligero, brigada de 39 años y natural de Ceuta, estaba destinado en el regimiento de ingenieros número 1 de Burgos. Sin embargo, su familia permanecía en Cornellà, municipio barcelonés en el que Cobas residía desde hacía muchos años. Por eso cada viernes cogía el coche y hacia centenares de kilómetros para poder estar cerca de su mujer y de su hija, de 17 años. "Se pasaba muchas horas en la carretera y nunca le había pasado nada", se lamentó su madre, durante el entierro en el cementerio de Cornellà, al que asistieron altos cargos del Ejército y algunos de sus compañeros, además del alcalde, José Montilla. En su honor sonaron salvas en el aire.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de mayo de 2003