Ciertamente, una de las cosas menos atractivas que posee el rock gótico es su evidente falta de sentido del humor, asunto en el que coincide con casi todas las corrientes de rock duro. Así, la primera jornada de Festimad fue una especie de ejercicio de estilo en el que parecía que una banda tras otra trataban de demostrar que lo suyo sí que era fuerte e iba en serio.
A eso de las nueve de la noche se hacían dueños del escenario grande la banda de Chicago Disturbed, que son en sí mismo una actualización de Ozzy Osborne aterrizada en el nu metal. Ruido y ceremonia en medio del restallar de la guitarra de un aprendiz de maestro, Dan Donegan. La gente, como enloquecida y combatiendo el calor, que aún no se quería ir. La noche caía en el escenario del lago del Parque del Soto cuando una de las bandas más esperadas de la noche, el grupo de Arkansas Evanescence, se hacía con el control de un escenario ante el cual la gente, literalmente, enloquecía. Guiados por la interesante personalidad musical de su solista, la veinteañera Amy Lee, el grupo defendió los temas de su único disco hasta la fecha, Fallen, mostrando una idea del rock tempestuoso más atemperada y musicalmente rica de lo que se les presuponía en su versión grabada.
Tras ellos, los Deftones demostraron por qué van haciendo escuela con su concepción. Combo de enorme personalidad, Deftones incorporan elementos del hip hop a un universo guitarrero sin prejuicios de ningún tipo y tratando de escapar a etiquetas de ésas que hacen que el rock pesado lo sea más aún. Cuentan Deftones con un cantante de ésos que entran en trance convincente y el correspondiente muro de guitarras, pero quizá la falta de concreción en apuesta de singles resten efectividad al esfuerzo de esta formación que consiguió con las canciones de su último disco que la nocche siguiera una línea ascendente. Finalmente, y antes de Marilyn Manson, los HIM del andrógino Valo supieron aprovechar el ambiente nocturno para elevar su rock gótico a la categoría de clásico con un repertorio que encantó a los presentes. Se había completado la transición de los tatuajes a la estética de ojos pintados. En esas, en el momento de cerrar esta crónica, aparecía en escena Marilyn Manson, que lleva ambas cosas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de mayo de 2003