Por primera vez, los alumnos de la Universidad Complutense de Madrid (a la que pertenezco como alumno del CES Felipe II de Aranjuez) hemos tenido la oportunidad de participar activa y democráticamente en las elecciones a rector.
Algunos de los seis candidatos que pugnaron por tan importante cargo, con su amplia gama de programas y promesas electorales, se trasladaron hasta Aranjuez en busca del voto. Las semanas de campaña se desarrollaron correctamente.
Desgraciadamente, algunos alumnos del CES Felipe II hemos visto ofendido nuestro libre derecho al voto por las evidentes preferencias de unos pocos profesores en relación a uno de los dos candidatos finalistas (éstos eran Teodoro González Ballesteros y Carlos Berzosa). Yo mismo he sido víctima de un lamentable incidente el día de la segunda vuelta electoral.
Todo sucedió por algo tan nimio como que una compañera me pidiera que le acercara una papeleta de un candidato. Una profesora, que llevaba rondando por allí un buen rato, al verme entregarle la papeleta a mi amiga, se acercó a mí exacerbada y, con una triste falta de respeto, me acusó en medio del pasillo de estar haciendo campaña en pro de un candidato y me exhortó a alejarme de la urna.
Por si fuera poco, más tarde algunos compañeros comprobamos con desagrado cómo esa misma profesora se pasó toda la mañana sentada junto a la mesa de las papeletas. Considero deplorable que se den estos comportamientos en la universidad, típicos de un rancio caciquismo pueblerino. Por suerte, éstos son únicamente casos aislados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de mayo de 2003