En el mano a mano de Aranjuez la gente se entretuvo y terminó por sacar a Ferrera y El Fandi a hombros. Alguna de las orejas fue de fácil concesión, o de premio generoso, que estamos en feria.
La corrida de El Ventorrillo respondió a las buenas expectativas que esta divisa se ha ganado últimamente. Como los dos matadores ponían banderillas, compartieron el tercio en sus respectivos primeros toros. Estuvieron fáciles y espectaculares clavando banderillas durante toda la tarde, para dar gusto al personal, que disfruta cantidad con las piruetas, carreras y reuniones del toro y banderillero, algo que celebra con olés cerrados como de mutuo agradecimiento.
El Ventorrillo / Ferrera, Fandi
Toros desiguales, mansos en el caballo, salvo el 6º, deslucido; 2º y 5º, sospechosos de pitones. Antonio Ferrera: dos pinchazos, estocada caída -aviso- y dos descabellos (palmas); estocada a un tiempo caída (oreja); estocada caída (oreja). El Fandi: media estocada (palmas); estocada corta (oreja); estocada desprendida (oreja). Plaza de Aranjuez, 31 de mayo. Menos de media entrada.
Antonio Ferrera se llevó el mejor lote de la tarde y con el mismo estuvo muy animado, desigual, templado a veces, tenso en otras ocasiones. Siempre con ganas de ser y de encontrar de nuevo el sitio idóneo. Ferrera toreó a la verónica aseado en su tercer toro, ahí fue cuando jugó bien los brazos y dibujó sus lances más templados. Tanto en su primero como en su segundo dio buenos muletazos, sin terminar de acoplarse a sus dos nobles ejemplares. Sería en el quinto, el de más calidad del encierro, que Ferrera, asentado y a favor de tablas, realizó una faena conjuntada y de muletazos tersos y mejor rematados.
El Fandi toreó muy bien de capote a su primer toro, la esclavina bien cogida y el lance despacito y arrematado en la cadera. Planteó bien la faena de muleta, dio la distancia adecuada y los muletazos justos. A su segundo, lo entendió a la perfección y realizó un trasteo de muleta que tuvo mando y compostura. En el último de la tarde, encapotada y ventosa, con el toro deslucido y fosco del encierro, nos encontramos a El Fandi valiente y voluntarioso, que no se dejó ganar la partida. Es lo menos que se le puede pedir a un torero.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de junio de 2003