Visitando el Centro de Ocio Xanadú el pasado 16 de mayo, mi sobrino de ocho años sufrió una crisis respiratoria debida a un problema alérgico. Inmediatamente buscamos asistencia médica pero, cuál fue nuestra sorpresa al comprobar que ¡no existía ningún médico! en esta costosa y moderna superficie.
Sólo había traumatólogos en las pistas de esquí, pero éstos no nos asistieron cuando acudimos a ellos, por lo que tuvimos que llamar a una ambulancia que tardó nada menos que ¡45 minutos! en llegar. Gracias a la inestimable ayuda "no profesional" de las personas allí presentes, el niño pudo soportar tan larga espera.
Por consiguiente, aconsejo a los futuros visitantes de Xanadú que se abstengan de asistir hasta que los señores responsables de éste se dignen a instalar un plan de asistencia sanitaria y evacuación rápida para personas que se puedan encontrar con la situación de mi sobrino.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de junio de 2003