ETA demuestra, una vez más, su inmensa crueldad sin límites. Su existencia únicamente provoca náusea, con pavorosos atentados como el del pasado viernes. Los violentos sólo merecen nuestro rechazo y desprecio por su asesino oficio. Batasuna, si desea ejercer cualquier forma de acción política, debe condenar y reprobar sin paliativos estos crímenes injustificables, sumándose al clamor del pueblo vasco de hastío y a la repulsa de todos los partidos políticos democráticos.
Si en política todo error es un crimen, ¡qué fatal aberración inconmensurable es el homicidio continuado!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de junio de 2003