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REENCUENTRO DE EE UU Y EUROPA | Cumbre del G-8 en Evian

Chirac pedirá a Bush que amplíe el G-8 a las grandes economías en desarrollo

El presidente francés apoya crear un impuesto sobre la venta de armas para combatir la pobreza

El club de los países más ricos del mundo podría transformarse en una pequeña ONU si el presidente francés, Jacques Chirac, logra hoy de su homólogo estadounidense, George W. Bush, que le apoye en la ampliación del G-8 a los países emergentes. Chirac apoya también la creación de una tasa sobre la venta de armas "individuales" con la que se pueda financiar a los países pobres. Al término de la primera jornada de la cumbre de los ocho países más industrializados del mundo y Rusia, Chirac valoró la ampliación de este club como "el paso de una política de asistencia [al Tercer Mundo] a una política de asociación".

Otras cumbres del G-8 se dedicaron a ajustar el funcionamiento de la economía mundial. La actual, bajo presidencia francesa, intenta sortear las dificultades de relación con EE UU, colocándose como abogado de "los países del Sur", o economías emergentes, frente a Bush, que lo fía todo a la lucha contra el terrorismo basado en la fuerza militar y en la capacidad de financiación de la super economía norteamericana.

La tercera vía de Chirac consiste en vender la globalización como el modo de salir de la miseria. Colaboradores del presidente francés reconocen, con medias palabras, que para eso hace falta recuperar el crecimiento económico. Dar "un impulso psicológico" necesario para todo el mundo y al que debería sumarse EE UU. El impulso vendrá de una asociación entre países ricos y futuras potencias: China e India, de manera muy destacada, pero también Brasil o México, cuyos líderes estuvieron en Evian, entre los 21 jefes de Estado o de Gobierno asistentes.

La globalización "tiene inconvenientes, pero permite desarrollar el comercio y por lo tanto la riqueza mundial", argumentó Chirac ante los periodistas. Como si fuera fácil, añadió que basta con encontrar "un buen mecanismo" para que los países en desarrollo puedan aprovecharlo un poco; un mecanismo más eficaz y realista que el de la inaplicable Tasa Tobin sobre las transacciones financieras, reivindicada por los grupos que combaten la globalización.

Chirac dedicó ayer hora y cuarto al presidente chino antes de que comenzara la cumbre. Bastante más de la media hora asignada inicialmente a su reunión de hoy con Bush, que tantas expectativas ha levantado. El presidente francés no escatimó elogios a su colega estadounidense, cuando calificó de "histórica" la decisión de Washington de aportar 15.000 millones de dólares en cinco años al fondo contra el sida y la malaria. Chirac no puede hacer otro tanto, pero anunció que su país elevará a 150 millones su contribución anual que ahora es de 50 millones. El presidente surafricano, Thabo Mbeki, presente en Evian, anunció que la Unión Europea ha prometido destinar 1.000 millones de dólares a luchar contra el sida.

Sólo un apretón de manos

Bush se mostró afable con Chirac cuando éste salió a recibirle a la puerta del hotel donde se celebra la cumbre, incluso más que el presidente francés, bastante más rígido, aunque sonriente. Hubo un breve apretón de manos entre ellos, prolongado por Bush con el gesto de pasarle una mano por la espalda a Chirac, pero éste no le siguió y por lo tanto no hubo nada parecido a una amago de abrazo. Bush le regaló tres libros lujosamente encuadernados en cuero sobre las civilizaciones indias de América y se sometió a una comida -ensalada de langosta y cordero asado- regada, como no podía ser por menos, con vinos de Borgoña y Burdeos.

De ahí a que Chirac convenza a Bush -"tendremos una buena explicación", ha anticipado el presidente estadounidense- va un trecho. El sillón de Bush estará vacío esta tarde en la cumbre del G-8, cuando este club sólo con líderes de países ricos aborde la parte de la agenda que más podría interesar a los pobres, como la lucha contra el sida, el acceso de la población al agua corriente o la reducción de la deuda exterior.

El presidente de EE UU no puede quedarse a esta sesión ni a la clausura, prevista mañana, porque se va corriendo a Egipto para iniciar su mediación en Oriente Próximo entre israelíes y palestinos. Un protagonismo que no deja de molestar a algunos europeos como Chirac. La portavoz del presidente francés, Catherine Colonna, recordó ayer que "los esfuerzos de todos son necesarios" para conseguir avances en la Hoja de Ruta prevista para la creación de un Estado palestino en 2005.

Pero todo esto dependerá de un marco más global, que favorezca el desarrollo comercial y la eliminación de barreras proteccionistas como las que disfruta la agricultura estadounidense. Y también necesitará un arreglo entre los países del G-8, tan divididos en la crisis de Irak, para encauzar una estrategia de cooperación tanto en la postguerra iraquí como en las crisis de Irán, Corea del Norte y proliferación de armas de destrucción masiva. Para todo esto sólo hay el almuerzo de hoy. Bush se marchará en cuanto termine esa comida.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de junio de 2003