Un tribunal popular juzga desde ayer a un hombre acusado de matar en 1998 a puñaladas a otro, en Alcoi. El procesado, C. R. G., declaró que cuando acudió a la vivienda de la víctima, éste yacía herido en el suelo y rodeado de sangre. La pareja del fallecido, principal testigo, desmontó su versión al asegurar que el imputado le exhibió el arma, un cuchillo. El fiscal pide para él 12 años de cárcel.
La sección tercera de la Audiencia de Alicante celebró, con un tribunal popular, la primera sesión del juicio oral a C. R. G. El encausado presuntamente acabó con la vida de Antonio Camacho tras asestarle una puñalada con un cuchillo, en 1998. Los hechos enjuiciados se registraron sobre las diez de la mañana del 17 de mayo en la vivienda de la víctima, ubicada en la calle San Buenaventura de Alcoi.
Durante la vista oral, el procesado negó los hechos que se le imputan. C. R. G. declaró que la víctima ya estaba herida, cuando él acudió a su casa. "Cuando llegué se estaba desangrando; y su mujer lloraba", dijo. Tras ver la escena, C. R. G., dio media vuelta y se marchó hacia su vivienda para cambiarse de ropa porque, según dijo, estaba invitado a una comunión. Cuando C. R. G., llegó a la casa, comunicó a su pareja que "a Antonio lo habían matado", según el incriminado manifestó al tribunal del jurado. El procesado, quien reconoció haber mantenido relaciones sexuales con la compañera sentimental del fallecido, manifestó que discutió en dos ocasiones con la víctima.
Las versiones de los dos principales testigos del caso contradijeron, sin embargo, la declaración del enjuiciado. La compañera sentimental de la víctima, I. G. J., manifestó que se levantó de la cama tras oír un grito. Fue entonces, cuando halló a la víctima en el suelo, narró la mujer. Cuando asistía al hombre herido, el supuesto homicida se asomó por el hueco del rellano y le exhibió el cuchillo, autoinculpándose.
Por su parte, el hijo del fallecido, J. C., de 18 años, relató que, sobre las diez de la mañana, el acusado se personó en la vivienda, bajo el nombre de Jordi, buscando a su padre. El joven le abrió la puerta, avisó a su padre, y se fue de nuevo a dormir. Momentos más tarde, según narró el joven, oyó un grito y se encontró a la víctima, a la entrada de la vivienda, tendida en el suelo y en un reguero de sangre. "Me fui corriendo a llamar a los vecinos", apostilló. El fiscal solicita para el acusado 12 años de cárcel; la defensa, la libre absolución.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de junio de 2003