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Reportaje:TRAGEDIA FERROVIARIA EN ALBACETE

La prueba insufrible del ADN

Los familiares se movían entre la esperanza y la resignación mientras les extraían muestras de saliva

La locomotora del Talgo Madrid-Murcia-Cartagena subió como un caballo sobre los dos primeros coches, justo los de clase preferente. La temperatura alcanzó los 1.800 grados y los bloques de hierro goteaban como si fueran aceite. Pero ayer, algunos familiares aún querían mantener esperanzas. Otros optaron por ir al lugar del choque, a unos 20 kilómetros de Albacete, y volvieron desolados. "La gente que lo ha visto nos ha dicho que es imposible que haya nadie con vida ahí", comentaba Pedro Amador, jefe de Javier Barroso, uno de los desaparecidos.

"Están hundidos, pero quieren conservar la esperanza, quieren creer que su hijo está vivo"

A las 10 de la mañana de ayer había 21 viajeros desaparecidos. Los familiares de las víctimas intentaban mantener esperanzas en la sala de viajeros de clase preferente que Renfe destinó para ellos en la estación de Albacete. "Ése fue el momento más duro", señalaba Amador, jefe de Javier Barroso, uno de los desaparecidos. "Fue el momento más difícil porque estábamos con la incertidumbre. Y así permanecimos varias horas. La gente lloraba y tratábamos de consolarnos unos a otros. Pero a partir de las dos de la tarde, yo creo que más o menos la gente lo ha ido asimilando. Alguien de la Guardia Civil, para curarse en salud nos dijo que las pruebas tardarían dos o tres días en dar los resultados. Pero una mujer, con mucha educación, le dijo que si con el accidente de avión en Turquía se había tardado un día en identificar los cadáveres "aquí no se tendría que tardar más".

"Es muy duro tratar de consolar a esta pobre gente", comentaba una psicóloga de la Guardia Civil. "Hay quienes se derrumban y otros que tratan de volcar sobre cualquiera toda la rabia que llevan dentro".

A partir de las tres de la tarde, los familiares fueron desfilando por el hospital del Perpetuo Socorro, en Albacete. Rodeados de psicólogos del colegio oficial de Castilla-La Mancha y otros de la Guardia Civil, intentaban soportar con entereza el momento en que los agentes de la Policía Judicial le metían un palillo en la boca para recoger la muestra. Para la identificación de los cadáveres es indispensable la prueba del ADN o bien encontrar alguna prueba, como un anillo o pulsera, que los familiares puedan identificar sobre los restos humanos.

De vez en cuando se acercaba algún cámara hacia un familiar, pero normalmente bastaba con que el familiar levantara la mano para que respetasen su dolor. "Esos que están ahí son los padres", explicaba entre lágrimas el tío de una de las víctimas. "Ellos creen que el hijo iba en el último vagón, pero me acaban de confirmar que iba en el primero. Yo no les he dicho nada todavía. Míralos cómo están; están hundidos, pero quieren conservar todavía un poco de esperanza. Era un chaval de 20 años. Vino a Albacete en su primer día de empleo, la verdad es que no sé ni de qué era el trabajo. El caso es que se le estropeó la furgoneta con la que tenía que volver a Cartagena. Y el servicio de asistencia que paga la empresa le puso un billete en la clase preferente. Y ahora está desaparecido. Bueno, imagínate cómo está. Los padres todavía quieren creer que está vivo, pero era un chaval que llamaba cada cinco minutos a casa. Y todavía no ha llamado".

Una vez que salían del hospital, los familiares se iban metiendo en un autobús con las cortinas echadas. Algunos lloraban en silencio. Se abrazaban sin decir nada y seguían llorando. Después se fueron a la sala de viajeros de clase preferente. Y allí la hija de uno de los desaparecidos, empresario de 72 años, se lamentaba de la precariedad de la red ferroviaria española. "Se habla tanto del AVE y después te encuentras estas vías en las que pueden circular dos trenes en direcciones contrarias".

Miguel Ángel Carrasco, coordinador e Asistencia de la compañía de seguros Ocaso, trataba ayer de solventar los trámites de entierro. "Mi cliente estaba tranquilamente viendo la tele en Cartagena con sus dos niños de 14 y 16 años. Lo llamó la mujer y le dijo que en poco más de una hora llegaría. Y al rato va y se entera por la tele de lo que había pasado".

Mientras los familiares de las víctimas se iban alojando ayer en hoteles que Renfe ponía a su disposición, a la espera de que se conocieran los resultados del ADN, en el lugar de la colisión decenas de curiosos se aproximaban a las inmediaciones. Algunos con prismáticos venían desde pueblos situados a más de 100 kilómetros. Otros llevaban a sus novias sobre las espaldas. Y otros acudían con sus hijos en hombros.

Un vigilante de Renfe encargado de mantener a los curiosos alejados del lugar indicó que había rastreado la zona anterior al choque en busca del cadáver del maquinista del Talgo. "Como no aparecia en el lugar del choque, pensamos que quizás se pudo haber tirado del tren en marcha, pero no lo hemos encontrado".

"Hay algo de morbo en todo esto", se quejaba Pedro Amador, amigo de una de las víctimas. "Por la mañana, en la sala Vip de Renfe había varios familiares llorando y desde fuera algunos cámaras no dejaban de rodar. Yo comprendo que cada uno tiene que hacer su trabajo, pero debe de haber un respeto por el dolor ajeno".

En medio de tanta tragedia, dos personas que se mostraban exultantes. Mariano Jiménez y Francisco Sánchez son dos técnicos de la Inpección Técnica de Vehículos de Cartagena. Tenían el billete comprado para volver desde Madrid, pero al final optaron por venirse en coche con unos amigos. Y ahora, pretenden enmarcar el billete.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 5 de junio de 2003