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Crítica:COMER

Una auténtica taberna marinera en Mallorca

CELLER SA SINIA, caldos, arroces y excelentes pescados en Porto Colom

En pleno litoral mallorquín, a pocos metros del agua y frente al minúsculo puerto deportivo de Porto Colom, se encuentra esta tradicional taberna marinera, con comedores revestidos de duelas de madera, mesas incómodas y manteles de papel. Una pista fiable para los devotos de los sabores mediterráneos, en cuya cocina afloran esos fondos yodados de los mejores pescados y mariscos del litoral (meros, salmonetes, cap-roig, serviola, rapes, gambas rojas, langostas), entremezclados con el gusto acre del ajo y la frescura de los tomates, el hinojo y el perejil. Después de más de treinta años de avatares, su propietario, Tony Ramón, mantiene el pulso gastronómico de una casa que, antes que tipismo, rezuma autenticidad.

CELLER SA SINIA

Celler Sa Sinia. Calle de los Pescadores, s/n. Portocolom (Mallorca). Teléfono: 971 82 43 23. Cierra los lunes. Precio: entre 30 y 40 euros. Menú de la casa, 28. Calamares fritos, 9. Paella mixta, 10,50. Rape a la marinera, 18,50. Helado de almendra y 'gató', 4,50.

Pan ... 6

Café ... 4

Bodega ... 6

Ambiente ... 6

Servicio ... 6

Aseos ... 6

Sus mayores atractivos son la calidad de las materias primas, la sensatez de sus precios y la sencillez de unas recetas caseras en las que preponderan los pescados al horno, los arroces, las gambas a la plancha, las calderetas y las sopas de pescado. Platos nada pretenciosos, que se presentan en raciones generosas, incorporan hortalizas isleñas, parten de sofritos lentos y consiguen extraer hasta la raíz cuadrada de la morralla, esos impagables pescaditos de roca que pululan por el litoral mallorquín.

Calderetas y sopa de pescado

No es de extrañar que muchos de sus asiduos se pirren por sus calderetas de rape y de langosta, así como por la sopa de pescado, recetas tan abundantes que se pueden compartir. O que en su arroz a la marinera, salpicado de tropezones de marisco, el caldo, muy aromático, sea lo mejor de esta especialidad.

Con un simple sofrito de cebolla, tomates y patatas, sus cocinas preparan unas colas de rape al horno suculentas. Y con una fórmula algo diferente, un mero a la mallorquina con acelgas, que llega estropeado por exceso de cocción del pescado, reseco y sin sabor. Tampoco pasa de vulgar el calamar relleno de marisco, receta de escaso interés.

Para empezar se brindan opciones sugerentes. En la lista, una gran ensalada, calamares fritos, gambitas salteadas, anchoas de la Escala o bacalao con tomates asados. Es resultón el foie-gras de pato de la casa, y tiene gracia la sobrasada caliente con miel, que se corona con una yema cruda de huevo para mojar. Son buenos sus panecillos sin sal, típicamente isleños, pero conviene prescindir del café, arrasado por los tonos amargos, propios de malos granos torrefactados.

POSTRES, BODEGA, MENÚS Y TERRAZA

SIN APARTARSE del tono casero de su cocina, ninguno de los postres, de elaboración propia, baja el listón en Celler Sa Sinia. Algo encomiable, tratándose de una taberna popular donde los dulces suelen relegarse a un lugar marginal. Es delicada la crema catalana; muy fino el gató (bizcocho de almendras), con un helado de almendras de intenso sabor a turrón, y bastante conseguida la tarta de queso con fresas. A pesar de que todos satisfacen, todavía están mejor la tarta tatin de manzana, el tiramisú sobre base de ensaimada y el pastel de chocolate. A la hora de realizar la comanda conviene recordar el menú del día (28 euros), que contiene entremeses y una cazuela de pescado a la menorquina, además de postre, helado o crema catalana a elegir. Tampoco hay que olvidarse de los pescados del mercado, surtido que depende de la oferta cotidiana. La guinda la pone la bodega, con marcas bien escogidas, entre las que alternan vinos peninsulares de variadas procedencias con otros isleños de última generación. Marcas de la Ribera del Duero y Rioja, fundamentalmente, junto a caldos de viñedos isleños, algunos de ellos tan renombrados como los famosos tintos Ánima Negra o Callet, que se elabora con uvas autóctonas en proceso de recuperación. Según la hora del almuerzo, procederá comer en la calle o dentro del local. En su interior, la mesa más demandada es la que corresponde a la bodega, espacio abovedado rodeado de botellas. Durante el verano, nada como las situadas en la calle, a pocos metros del puerto.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de junio de 2003

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