Los combates que libran los rebeldes del grupo Liberianos Unidos para la Reconciliación y la Democracia y las tropas fieles al presidente del país, Charles Taylor, están desencadenando una verdadera catástrofe para la población de Liberia. En los vestuarios y salas habilitadas de un complejo deportivo de Monrovia, miles de mujeres y niños huidos del frente de combate, al oeste de la capital, se arremolinan en torno a unas fuentes de agua dudosamente salubre mientras esperan una ayuda del Gobierno liberiano.
Una larga fila de desplazados por el conflicto abarrota la ruta que conduce desde el centro de la capital hasta el estadio Samuel Kanyon Doe, una enorme construcción de finales de la década de los ochenta que presenta graves síntomas de deterioro. El edificio cuenta oficialmente con 35.000 plazas en sus tribunas, pero no dispone de infraestructuras adecuadas para albergar a las masas de desplazados por la guerra.
Lass autoridades han transmitido a la población mensajes para que acuda al centro deportivo a refugiarse de los recrudecidos combates. Los desplazados llegan en masa, la mayoría sin llevar nada consigo, tras una penosa marcha a pie, que dura hasta cuatro días.
El complejo deportivo permenece extrañamente silencioso, a pesar de los miles de personas que lo ocupan.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de junio de 2003