Tras una paciente observación con prismáticos, y dada nuestra evidente vecindad (frente al Círculo de Bellas Artes), he concluido que el mirlo que a mí me canta es el mismo que alegra las mañanas a Ruth Toledano.
¿No es ésta una bonita anécdota? Gracias por tener entre sus articulistas a gente como ella.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de junio de 2003