Parece que al reelecto alcalde Zarraoa le traen sin cuidado otras expresiones culturales ajenas a las auténticas, las cuales simplemente tolera porque las pide alguna gente rara y se lo agradecemos. Durante la pasada campaña electoral concedió permisos a los partidos para que pusieran un toldo con música y repartiesen su propaganda en el patio de la Escuela de Idiomas de Las Arenas en horario lectivo (y reservó la Plaza de la Estación de Algorta sólo para los suyos). Varios, entre profesores y alumnos, bajamos a llamar a los municipales y a pedir a los candidatos que respetasen el estudio en vísperas de exámenes. Al del partido gobernante, y propietario del municipio, según cree, le molestó mucho pero al fin cedió. Y no contentos con ello, el 30 de mayo, durante la última sesión de Cinema Paradiso en una lengua extranjera, tuvimos que soportar la música de la Fiesta Egizu a todo trapo; ambas actividades podrían haber convivido bajando el volumen o programando la romería popular a otra hora, pero no. Los raros y los que no doblamos la cerviz nos tenemos que aguantar ante el rodillo de la cosa. Por cierto, al alcalde y al concejal de Cultura nunca se les ha visto por las sesiones. Lo sutil y el populismo no casan.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de junio de 2003