Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
OPINIÓN DEL LECTOR

Ser sordo en Granada

El 6 de junio se celebró la investidura del arzobispo en un acto solemne en la Capilla Real de Granada. Un grupo de más de 50 sordos llegaron expresamente de otras ciudades andaluzas. Nuestro párroco, don Jesús Lahoya de Águila, se preocupó por organizarlo: reserva de asiento, contratación de intérpretes... Todo preparado desde hace un mes. Por fin podíamos asistir a este evento y participar en él como cualquier persona.

Pues bien, allí estábamos todos, unos 50 en total. A nuestro párroco se le veía contento, orgulloso. Nos dirigimos al lugar que nos habían reservado para que el servicio de intérpretes fuera positivo. Pero, ¿cuál fue nuestra sorpresa? ¿Reserva? ¿Qué reserva? ¿Intérpretes? ¿Dónde? Lo que por la mañana habíamos comprobado que existía, por la tarde nadie sabía nada. La reserva anulada. Prácticamente nos invitaron a irnos de allí. Molestábamos.

Nuestro párroco se indigna al enterarse, pero para él tampoco hay respuesta. Disgustado por la actitud, nos marchamos todos con nuestro cura. Todos estamos tristes. Seguíamos siendo ciudadanos de tercera.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de junio de 2003