Escribo esta carta para denunciar los problemas que tenemos las madres trabajadoras.
En mi caso el problema es que soy madre de una niña de dos años y de un bebé de nueve meses. La niña va a la única guardería pública que hay en Rubí. El horario es de 9.00 a 16.30, pero en julio, debido al horario de verano, la jornada se reduce de 9.00 a 13.30. En principio, mis padres llevan a la niña, la recogen y se quedan todo el día con el pequeño.
Si yo no tuviera a mis padres ¿qué tendría que hacer con los niños? De la guardería pública pago 258 euros cada mes. Si encima tengo que pagar a una canguro para que lleve y recoja a la niña y se quede con el pequeño todo el día ¿para que trabajo, si mi sueldo lo gastaría integramente en pagarle a ella?
Las ayudas que se dan por maternidad, actualmente, son insuficientes, las empresas no se involucran como deberían y aunque se diga que no toman represalias, no siempre es cierto. Una reducción de jornada te representa dejar de cobrar una gran cantidad del sueldo y las excedencias para atender a los niños son a cambio de no cobrar un duro.
¿Qué nos queda? Está muy claro. Luchar contra todos los inconvenientes que surgen cuando una mujer es madre para poder continuar en su puesto de trabajo, lo cual es, sinceramente, una vergüenza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de junio de 2003