Quedan 24 días para que el Tour del Centenario comience a pedalear en París y hay un riesgo cierto de que Igor González de Galdeano no se suba a la rampa de salida. Él, que no logró el liderato en la etapa prólogo de 2001 por sólo tres segundos y que sí se vistió de amarillo durante una semana en 2002, está hoy ingresado en la Clínica USP La Esperanza, de Vitoria.
Durante estos últimos meses se le habían cerrado las puertas del Tour por otro motivo: un falso caso de dopaje. Y resulta que, al final, el obstáculo real es otro. González de Galdeano padece una triple fractura en el hombro derecho. No sólo se ha roto la clavícula, una lesión habitual entre los ciclistas caídos, sino también otras dos partes, llamadas acromion y coracoides, lo cual complica su recuperación. Y el tiempo corre en su contra. Mikel Sánchez, precisamente uno de los traumatólogos más reconocidos de España, le verá esta mañana en el quirófano si no surgen más sorpresas de las que Igor se ha llevado últimamente.
El corredor del ONCE-Eroski sufrió el domingo una caída a tres kilómetros del final de la última etapa de la Vuelta a Alemania, que había ganado el año pasado. Cuando se fue al suelo, volvía a ser virtualmente el líder. Y no sólo se golpeó el hombro, sino también la cabeza, donde recibió 24 puntos de sutura. El lunes por la noche, observando al detalle un escáner, se le detectó un pequeño hematoma. Para evitar cualquier problema, como se aconseja ante un traumatismo craneoencefálico, se aplazó la operación hasta hoy. "Es más importante la cabeza que el hombro", aclaran los médicos.
Nadie se atreve todavía a asegurar que González de Galdeano no corra el Tour. Eso sí, hasta el más optimista admite que esa posibilidad es "muy difícil". Por supuesto, nadie aventura que vaya. En el mejor de los casos, no acudiría en las mejores condiciones, teniendo en cuenta que, a tres semanas, se someterá hoy a una anestesia general, a una intervención. Y, aparte del golpe físico, tendría demasiado reciente el traumatismo psicológico. Los doctores decidirán tras la operación según cómo queden fijadas las roturas.
Éste es el año más tortuoso de Igor. Curiosamente, su mayor éxito, vestirse el maillot amarillo en el Tour, supuso el inicio de sus desgracias. Aquel día se sometió a multitud de controles y se le detectó un elevado nivel de salbutamol en su orina. Hay una explicación: al ser alérgico, debe tomar Ventolín. Sin embargo, las autoridades francesas le sancionaron, de modo que no podría competir en este Tour. Y, cuando se le estaba solucionando ese impedimento, rodó por el asfalto alemán.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de junio de 2003