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Crónica:BALONCESTO | Semifinal de la Liga ACB

Loncar amartilla a triples al Barcelona

El Estudiantes, con un juego preciso y versátil, logra el primer triunfo sobre los azulgrana

Nikola Lonkar, yugoslavo de Kragujevac con pasaporte español, flaquito, sabio y veterano de 31 años, de melena rala y barba de espadachín, se entretuvo en hacer saltar los dígitos electrónicos del marcador de tres en tres. Como si a los números de Estudiantes les quemasen los pies y necesitasen dar largos brincos continuamente. Y así, en progresión geométrica, fue amartillando al Barcelona, que a duras penas iba de dos en dos, cuando iba, y arrastrándose. Y así cerró toda posibilidad de que el equipo azulgrana resolviese por la vía rápida la semifinal. El Estudiantes vive.

ESTUDIANTES 85 - BARCELONA 67

Adecco Estudiantes: Brewer (10), Jiménez (13), Jasen (10), Keefe (4), Felipe Reyes (9); Loncar (24), Miso (7), Gabriel (0), Vidaurreta (2), Iturbe (4) y Azofra (2).

Barcelona: Jasikevicius (8), De la Fuente (2), Bodiroga (9), Fucka (9), Dueñas (11); Rodríguez (13), Navarro (5), Bravo (2), Alzamora (2) y Femerling (6).

Árbitros: Ramos, Hierrezuelo y García G.
Unos 15.000 espectadores en Vistalegre.

Pero no sólo fueron claves los triples. Y no sólo fue clave Loncar. El porcentaje general del equipo madrileño en tiros de tres superó el sesenta por ciento. Jasen, Brewer e Iturbe también anotaron de esa guisa. Incluso Felipe Reyes metió su primer triple de toda la temporada. Lo metió y se partió de risa. Sólo había lanzado tres veces antes de tres en todo el año.

Al principio, antes, mucho antes de que Loncar convirtiese en un dócil hatillo para meter balones el aro ajeno, Estudiantes ya cimentaba su victoria basándose en algo más prosaico, pero igual o más efectivo cuando enfrente está el Barcelona: en la defensa. El conjunto madrileño, muy mentalizado, practicó una defensa zonal mixta muy agresiva. Y constante. Una mezcla de golfillos de barrio bien aleccionados en la tarea de levantar carteras a la carrera y de voluntarios de ONG, gente solidaria dispuesta a ayudar a cualquiera y en cualquier situación. Un equilibrio entre los robos de balón, con su consecuente contrataque veloz, y las ayudas defensivas de dos contra uno, que provocaban errores en el pase o en el lanzamiento del rival.

Ni Bodiroga, ni Fucka, ni Navarro, ni Jasikevicius, ni siquiera el enorme Dueñas, consiguieron escapar de la intensidad defensora estudiantil. Y así, presionados, sintiéndose siempre mal acompañados, fueron deprimiéndose y dimitiendo del partido. No era su día y algunos, como Navarro, lo asumieron con mucha rapidez. Y una vez asumido, desaparecieron sin más. En el Barcelona mantuvo el tipo Fucka, más que nada por la inercia del orgullo, y Nacho Rodríguez, que contuvo el aluvión del último cuarto y evitó que los números fueran aún más agresivos contra el Barça.

Felipe Reyes, fuerte en el rebote ofensivo, listo en el pase de dentro hacia fuera, vivo a la hora de interpretar el contrataque desde el propio aro, fue uno de los jugadores más importantes del equipo madrileño. No asumió toda la responsabilidad, pero sí la que le corresponde. Que no es poca. Junto a él, Carlos Jiménez, un jugador intenso que siempre está donde se le necesita, y Jasen, muy activo al principio de los partidos y muy atrevido ante los equipos grandes. También cumplieron, más Azofra que Brewer, los bases. Y Keefe a la hora de cerrar el rebote defensivo.

En el otro bando, De la Fuente perdió todas las batallas por decidir el ritmo del partido. Al principio, él quería control y halló un vaivén desenfrenado que siempre acababa con canasta ajena. Después, él pretendía un baloncesto vivo y se encontró con un intercambio de canastas o de faltas, ralentizado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de junio de 2003