Sus compañeros de partido apenas la conocen y no porque su presencia en las filas socialistas sea reciente. Todo lo contrario. María Teresa Sáez Laguna es una desconocida para sus colegas por su carácter introvertido, dicen que incluso huidizo y por su escasa presencia en la vida parlamentaria de la Asamblea de Madrid. "Muchas veces nos preguntábamos qué era lo que hacía con nosotros", contaba ayer un compañero suyo del grupo parlamentario socialista.
María Teresa Sáez, de 54 años, tiene estudios de graduado escolar, secretariado y ofimática. En 1992 ingresó como administrativa en el Insalud y de allí pasó a ocupar un puesto de trabajo en el Hospital Doce de Octubre. Por su relación con el mundo de la sanidad, el grupo socialista la integró en la comisión de esta materia en la Asamblea de Madrid. "Si lo normal es que un diputado tenga unas 50 intervenciones al año, ella el año pasado, que recuerde, sólo tuvo una", explica un diputado.
Cuentan que a ella su escasa presencia parlamentaria no le preocupaba, o al menos no se quejaba. Sí lo hacía en cambio del olvido en que había caído en los últimos tiempos su marido, Enrique Prieto. La pareja no atravesaba buenos tiempos, ni en lo personal ni en lo profesional. Prieto estaba en el paro desde que Rafael Simancas llegó a la secretaría general de la Federación Socialista Madrileña (FSM) y había perdido su trabajo como auxiliar administrativo del equipo de Ignacio Díaz, ahora concejal electo de la lista de Trinidad Jiménez, en la que ocupó el puesto número ocho.
Teresa se lamentaba de que Enrique, su esposo, estaba siendo injustamente tratado por el PSOE y que su situación económica se había resentido por el olvido en el que se encontraba.
Enrique Prieto seguía, eso sí, trabajando en su barrio de siempre, en San Fermín, como secretario de la Agrupación de Mediodía Sur, en la que también colabora Teresa.
Algunos de sus compañeros aseguran que María Teresa Sáez y Eduardo Tamayo son amigos. A algunos de sus compañeros socialistas, Teresa les contó que su matrimonio atravesaba una "profunda crisis".
Ayer, como otras mañanas, llegó a la Asamblea de Madrid con Tamayo. Juntos acudieron a la reunión del grupo parlamentario socialista y luego, también juntos, se tomaron un café antes de marcharse del pleno dejando sus escaños vacíos y a su partido en situación de alerta.
Teresa Sáez dejó ayer de ocupar un papel secundario para pasar a desempeñar un comportamiento de protagonista. Esta vez su silencio y su carácter huidizo han sido determinantes para la elección de la presidencia de la Cámara. Teresa acompañó a Tamayo en su paseo por los medios de comunicación pero optó por dejar las explicaciones para él.
Los motivos que la han llevado a traicionar la disciplina de partido siguen siendo, por el momento, desconocidos. Sus compañeros hacen apuestas. "Ha sido una venganza por el olvido en que vivía su marido", dicen unos. "Ha sido por complicidad con Tamayo", aseguran otros parlamentarios socialistas. Algunos dirigentes del partido intentaron ayer, a lo largo de toda la tarde, contactar con ella. No lo consiguieron.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de junio de 2003